Apuntes sobre el Volcán Rincón de la Vieja
J. Fidel Tristán, Director del Colegio de Señoritas,
Revista de Costa Rica, febrero de 1921
Con motivo de haber recibido del Sr.
Elías Baldioceda de Liberia, una interesante relación del Sr. Edgardo
Baltodano, acerca de la ascensión de estos Caballeros al Cráter del Volcán de
la Vieja, en abril de 1920, he creído conveniente reunir en estos apuntes todos
los datos que existen sobre este Volcán.
Es muy singular el hecho de que un
volcán tan interesante como el de la Vieja y que por otra parte es el único
activo de la Cordillera Volcánica del
Norte o Cordillera del Guanacaste, haya permanecido por tanto tiempo casi
completamente inexplorado.
Las muy pocas noticias que han circulado
en distintas publicaciones se deben casi únicamente a los estudios del Dr.
Alejandro Frantzius y al Geógrafo y Geólogo alemán Karl von Seebach muerto en
1880, sin haber terminado sus investigaciones vulcanológicas Centroamericanas.
Como desde la visita del Prof. Seebach verificada el 9 de enero de 1865 no se
había vuelto a tener informes concretos sobre el cráter, el que ha pasado muy
ignorado por muchos años, considero que es de gran importancia la relación del
Sr. Baltodano que se publica al final de estos apuntes. Se debe a los esfuerzos
del Sr. Baldioceda el haber logrado halla una buena ruta para aclarar una
cuestión geográfica de importancia y que ha permanecido muy confusa, como se
verá por las diversas opiniones que se publican. En carta del Sr. Baldioceda,
de fecha 17 de mayo y que acompaña la relación del Sr. Baltodano me dice:
“Creo que no está por demás decirle que
en otras muchas excursiones que he hecho en busca del cráter, he alcanzado a
ver ya del otro lado y algo lejos el Lago de Nicaragua con sus islas, pero esto
solo se logra estando el día despejado, pues casi siempre la parte alta de la
cordillera está con neblina o humo a tal extremo que hay que esperar buenos
ratos para que se aclare y poder tomar rumbo. Lo mismo se logra ver el Pacífico
desde Puntarenas hasta San Elena, esto a simple vista y si se logra alcanzar la
parte más alta de la cordillera, que es montañosa, creo se vería el Atlántico”.
Origen del Nombre:
¿Cuál es el origen de este nombre? Debemos
confesar que la toponimia costarricense no ha sido bien estudiada todavía. Con
todo, para contestar a esta pregunta podemos hacer dos suposiciones: en la
primera que el nombre ha sido derivado de algún ser fantástico que según la
creencia popular vivía en aquellas alturas, o de leyendas de los antiguos
indios que habitaron la región. Y la segunda que el nombre es muy reciente y
sin conexión directa con suposiciones fantásticas.
Del primer modo de pensar es Eliseo
Reclus, geógrafo bien conocido, quien en su valiosa Nouvelle Geographie Universelle, Livre XVII, página 535 dice: “Casi
aislado, el Rincón de la Vieja, así llamado sin duda como un lugar de magia,
sigue al Orosí”.
En el Guanacaste he oído varias
explicaciones que se refieren a la existencia de un ser más o menos fantástico
que con el nombre de “la Vieja” habita aquellos cerrajones. Un importante
vecino de Nicoya me dijo en 1912 que nadie conocía la Vieja porque cada vez que se había querido ir a
buscarla, se desataba en el cerro una terrible tempestad con relámpagos y
huracanes.
Con respecto a la segunda idea es mi
opinión que el nombre es muy reciente y que el volcán lo ha derivado de un
sitio en sus faldas que se llamó Rincón de la Vieja. Tal suposición ha sido
corroborada por el estudio de algunos documentos históricos.
En el Índice de los Protocolos del
Guanacaste 1756-1860, he hallado los datos siguientes que permiten localizar la
situación de aquel sitio: “En el año 1825, Gertrudis de la Cerda, vende a
Carlos Machado Ugarte en el sitio Rincón de la Vieja, una caballería de tierra
que hubo por muerte de su padre Melchor de la Cerda. En 1829, el mismo Carlos
Machado Ugarte compra a María Josefa Bustos cuatro caballerías en el sitio de
la Cueva y paraje la Angostura. Hay en esta hacienda unos baños termales.
La hacienda de La Cueva, antes sitio del
Rincón de la Vieja comprendía una considerable extensión de terreno. El viejo
nombre desapareció como distintivo de un sitio y quedó para las altas serranías
del E, entre las que está el macizo volcánico con el cráter.
En el mapa de Frantzius tiene el nombre
V. de la Vieja o Rincón de la Vieja y en el de von Seebach: Rincón de la Vieja.
Scherzer y Wagner lo llaman también La Vieja y tanto en Guanacaste como en
otros lugares se oye a menudo decir Volcán de la Vieja. Según esto es muy
probable que ya a principios del siglo XVIII se conociera este Volcán con el
nombre de La Vieja y en consecuencia el sitio a que me he referido por estar
retirado se llamó Rincón de la Vieja, nombre que después pasó al volcán mismo.
Wagner y Scherzer quienes recorrieron el
país por los años se 1853 y 1854, hacen la primera referencia concreta al
Volcán de la Vieja. Dicen así los autores: Entre todos los volcanes de Costa
Rica el de la Vieja situado al Este de la ciudad del Guanacaste, es el que ha
conservado más actividad. Hacia el Sur está separado del volcán Miravalles por
un profundo valle de sabanas y al Norte está casi sin ninguna comunicación con
los Volcanes de Orosí, por consiguiente es un volcán casi aislado en la
cordillera y forma un cono ancho y macizo con cuatro picos. El cráter actual en
el lado Noreste del cono, está situado mucho más bajo que el pico de menor
altura y emana constantemente blancas nubes de vapor. Según lo que cuenta un
hombre que ha vivido mucho tiempo en estas partes, de vez en cuando arroja lava
y cenizas candentes. Los vapores son algunas veces débiles, otras veces
fuertes, rara vez y solamente en pequeños intervalos interrumpidos enteramente.
Del mejor y más completo estudio
publicado hasta ese año (1861), sobre los volcanes de Costa Rica por el Dr.
Frantzius, tomamos la parte que se refiere al Rincón de la Vieja. Separado del
Orosí por una ancha depresión está situado hacia el E el segundo volcán: La
Vieja. Es este como la mayor parte de los volcanes escarpado y rodeado de una
cantidad de conos de traquita entre los cuales merecen mencionarse como los más
notables el cerro del Rincón y del Mogote. Por esa circunstancia se ha nombrado
a menudo todo el cerro Rincón de la Vieja. De su cumbre se levantan
constantemente columnas de humo y de tiempo en tiempo erupciones de cenizas que
van acompañadas de sordos ruidos semejantes al trueno. Alrededor de sus faldas
hay muchas solfataras llamadas hornillas, en particular en la hacienda llamada
Hedionda.
Von Seebach ascendió en enero de 1865
acompañado por el gobernador del Departamento de Guanacaste, Don Manuel
Esquivel y uno de sus empleados, la narración dice así: Salimos después de las
4 p.m. de Liberia para subir al día siguiente temprano al Rincón de la Vieja.
Seguimos primero el camino real de Nicaragua, hasta cerca del Río Colorado,
desde donde se dirige un camino angosto al norte. Aquí el Colorado es ya un Río
de importancia el cual tiene su profundo cauce flanqueado en ambos lados por
capas de tufa que se levantan perpendicularmente.
Cabalgando por el lado derecho de la
orilla, pasamos primero los ranchos de Curabande y llegamos a las 8 al
pintoresco Guachipelín, una avanzada de gran Hacienda de Don Manuel, La Cueva.
El día nueve seguimos el viaje y como a
una legua de Guachipelín se llega a los hornillos al pié del Rincón. Se ven
salsas y solfataras como en el Miravalles, pero menos concentradas y por lo
tanto menos grandiosas. De ese punto seguí a caballo con tres hombres subiendo
uno de los angostos pasos de la montaña en la cual se divide la parte pelada
del W del estirado Rincón hasta como 2/3 de su altura en donde hay que
desmontar y caminar a pié. El camino sigue siempre por la cresta de la montaña
aunque no muy pesado por su inclinación, si por la aglomeración de ceniza que
va aumentando siempre mezclada con lapili y fragmentos de lava.
Como a la una llegamos a la cresta
principal de la montaña en donde apenas podiamos contrarrestar la fuerza del
viento que soplaba con furia inaudita del NW. Continuamos después por la cresta
principal de la montaña por un corto trecho hacia el WSW hasta que hicimos alto
frente a la punta última porque mis guías me aseguraron que era imposible
seguir.
Verdaderamente era difícil y peligroso
pues muchas veces había que caminar por lugares que apenas tenían un pié de
ancho y por ambos lados declives casi perpendiculares los que era muy molesto
pasar a causa de la abundancia de lapili flojo y el furioso viento de NW. Había
que trepar después una parte casi a plomo y por dos veces me vi obligado a
regresar hasta que a la tercera tentativa encontré una subida mejor y un rato
después me vi en la orilla del cráter. Este cráter había arrojado en Agosto de
1863 humo durante tres días y no estaba yo poco admirado de hallar en el cráter
una cazoleta en forma de plato completamente cerrada en donde las nubes habían
formado un depósito de agua que había buscado una salida al N por una
hendidura.
Bajo estos auspicios creía poder
encontrar un segundo cráter más al SW, pero no fue así. Por todos lados los
flancos del cráter caían perpendicularmente y más allá hasta donde permitía ver
la neblina no me fue posible descubrir otro cráter. En el que me encontré al
borde, le calculé un diámetro de 500 pasos y apenas 100 pies de profundidad
hasta la punta más alta en dirección completa al S y solo 5 pies en dirección
de la orilla N.
Desde la orilla del cráter cuando el
viento dividía las nubes, se me presentaba una espléndida vista de las grandes
llanuras del Guanacaste y del mar del Sur, por un lado y por el otro al NW y al W, la montaña salvaje del Río Frio hasta el hermoso lago de Nicaragua. En la planicie montañosa de Rio Frio
pude distinguir con claridad los platanares de los indios guatusos pero por
desgracia no pude contarlos con precisión. Estimo que serían como 15 por lo que
calculé como 500 personas en los palenques.
En mi bajada, ya de regreso, no pude
distinguir nada a causa de la espesa neblina y por la necia superstición de mis
guías que habían quedado atrás y que no contestaron a mis repetidos
llamamientos, casi perdiendo mi vida, llegué muy tarde y rendido al lugar en
donde me esperaron y como a las nueve de la noche a las casas de Guachipelín.
El Rincón es una montaña prolongada que
aumenta su altura hacia el NO y que se divide hacia el SO en monte y hacia el
NO en parte desnuda; el cráter se encuentra en esta última. La parte pelada
está cortada por numerosos y profundos precipicios, en donde las aguas forman
muchas veces hermosas cataratas hasta de 80 pies de altura. Al S está el Rincón
circulado por un cinturón de tufa, piedra pómez y en cuya prolongación al O se
encuentran las crestas peladas y perpendiculares de los cerros San Vicente y
Góngora.
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Rincón de la Vieja, año 2011 |
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