lunes, 28 de enero de 2013

Dr. Alfredo Mainieri Protti

Dr. Alfredo Mainieri Protti (1943-2013)
El día de hoy 28 de enero de 2013, Costa Rica ha perdido un gran hombre y he querido dedicar esta entrada al Dr. Alfredo Mainieri Protti, amigo de mi padre Hugo Taylor Tims y espero que en buena medida amigo mio también.

Un hombre amante de su trabajo, luchador, visionario y pionero del desarrollo de la energía geotérmica en Costa Rica. Don Alfredo, estudió geología en Italia en la Universidad de Pavia y posteriormente en Modena en donde se graduó como Doctor en Ciencias Geológicas en 1969.

Ingresó al instituto Costarricense de Electricidad (ICE) en 1969, en donde trabajó hasta 1973 en la investigación de la factibilidad técnica en los proyectos hidroeléctricos Angostura y Arenal. Tuvo que elaborar el informe del terremoto de Tilarán del 14 de abril de 1973, así que hasta en cierta medida hasta sismólogo fue.

Posteriormente en 1974, se especializó en geotermia en el Instituto per le Ricerche Geotermiche en Pisa, Italia. En 1975 entró a formar parte del grupo que inició los estudios para el aprovechamiento de la energía geotérmica, en lo que fue denominado como Proyecto Geotérmico de Guanacaste, estudios que condujeron al descubrimiento de los campos geotérmicos Miravalles y Pailas localizados en la cordillera volcánica de Guanacaste, campos en donde actualmente funcionan seis plantas geotérmicas con una capacidad de 206 Mw, de donde proviene aproximadamente el 16% de la electricidad total que produce el país.

Desde 1998, ocupa el puesto de director del Centro de Servicios Recursos Geotérmicos de la UEN PySA, dependencia que se encarga de la investigación, desarrollo y explotación de la energía geotérmica.

En la actualidad coordinaba los estudios técnicos relacionados con los estudios de factibilidad de la Planta Pailas II y de la primera planta que se planea instalar en Borinquen, el último campo geotérmico descubierto en las faldas del volcán Rincón de la Vieja.

Todas las áreas de investigación del Instituto Costarricense de Electricidad (sismología, geofísica, geodesia, perforación, geoquímica, etc) recibimos en algún momento, el apoyo de Don Alfredo para la adquisición de equipos de última tecnología, que nos permitieron evolucionar como profesionales y como Institución.

Gracias DON ALFREDO.

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domingo, 27 de enero de 2013

Apuntes sobre el Volcán Rincón de la Vieja, J. Fidel Tristán, 1921



Apuntes sobre el Volcán Rincón de la Vieja
J. Fidel Tristán, Director del Colegio de Señoritas,
Revista de Costa Rica, febrero de 1921

Con motivo de haber recibido del Sr. Elías Baldioceda de Liberia, una interesante relación del Sr. Edgardo Baltodano, acerca de la ascensión de estos Caballeros al Cráter del Volcán de la Vieja, en abril de 1920, he creído conveniente reunir en estos apuntes todos los datos que existen sobre este Volcán.

Es muy singular el hecho de que un volcán tan interesante como el de la Vieja y que por otra parte es el único activo de la Cordillera Volcánica del Norte o Cordillera del Guanacaste, haya permanecido por tanto tiempo casi completamente inexplorado.

Las muy pocas noticias que han circulado en distintas publicaciones se deben casi únicamente a los estudios del Dr. Alejandro Frantzius y al Geógrafo y Geólogo alemán Karl von Seebach muerto en 1880, sin haber terminado sus investigaciones vulcanológicas Centroamericanas. Como desde la visita del Prof. Seebach verificada el 9 de enero de 1865 no se había vuelto a tener informes concretos sobre el cráter, el que ha pasado muy ignorado por muchos años, considero que es de gran importancia la relación del Sr. Baltodano que se publica al final de estos apuntes. Se debe a los esfuerzos del Sr. Baldioceda el haber logrado halla una buena ruta para aclarar una cuestión geográfica de importancia y que ha permanecido muy confusa, como se verá por las diversas opiniones que se publican. En carta del Sr. Baldioceda, de fecha 17 de mayo y que acompaña la relación del Sr. Baltodano me dice:

“Creo que no está por demás decirle que en otras muchas excursiones que he hecho en busca del cráter, he alcanzado a ver ya del otro lado y algo lejos el Lago de Nicaragua con sus islas, pero esto solo se logra estando el día despejado, pues casi siempre la parte alta de la cordillera está con neblina o humo a tal extremo que hay que esperar buenos ratos para que se aclare y poder tomar rumbo. Lo mismo se logra ver el Pacífico desde Puntarenas hasta San Elena, esto a simple vista y si se logra alcanzar la parte más alta de la cordillera, que es montañosa, creo se vería el Atlántico”.

Origen del Nombre:

¿Cuál es el origen de este nombre? Debemos confesar que la toponimia costarricense no ha sido bien estudiada todavía. Con todo, para contestar a esta pregunta podemos hacer dos suposiciones: en la primera que el nombre ha sido derivado de algún ser fantástico que según la creencia popular vivía en aquellas alturas, o de leyendas de los antiguos indios que habitaron la región. Y la segunda que el nombre es muy reciente y sin conexión directa con suposiciones fantásticas.

Del primer modo de pensar es Eliseo Reclus, geógrafo bien conocido, quien en su valiosa Nouvelle Geographie Universelle, Livre XVII, página 535 dice: “Casi aislado, el Rincón de la Vieja, así llamado sin duda como un lugar de magia, sigue al Orosí”.

En el Guanacaste he oído varias explicaciones que se refieren a la existencia de un ser más o menos fantástico que con el nombre de “la Vieja” habita aquellos cerrajones. Un importante vecino de Nicoya me dijo en 1912 que nadie conocía la Vieja porque cada vez que se había querido ir a buscarla, se desataba en el cerro una terrible tempestad con relámpagos y huracanes.

Con respecto a la segunda idea es mi opinión que el nombre es muy reciente y que el volcán lo ha derivado de un sitio en sus faldas que se llamó Rincón de la Vieja. Tal suposición ha sido corroborada por el estudio de algunos documentos históricos.

En el Índice de los Protocolos del Guanacaste 1756-1860, he hallado los datos siguientes que permiten localizar la situación de aquel sitio: “En el año 1825, Gertrudis de la Cerda, vende a Carlos Machado Ugarte en el sitio Rincón de la Vieja, una caballería de tierra que hubo por muerte de su padre Melchor de la Cerda. En 1829, el mismo Carlos Machado Ugarte compra a María Josefa Bustos cuatro caballerías en el sitio de la Cueva y paraje la Angostura. Hay en esta hacienda unos baños termales.

La hacienda de La Cueva, antes sitio del Rincón de la Vieja comprendía una considerable extensión de terreno. El viejo nombre desapareció como distintivo de un sitio y quedó para las altas serranías del E, entre las que está el macizo volcánico con el cráter.

En el mapa de Frantzius tiene el nombre V. de la Vieja o Rincón de la Vieja y en el de von Seebach: Rincón de la Vieja. Scherzer y Wagner lo llaman también La Vieja y tanto en Guanacaste como en otros lugares se oye a menudo decir Volcán de la Vieja. Según esto es muy probable que ya a principios del siglo XVIII se conociera este Volcán con el nombre de La Vieja y en consecuencia el sitio a que me he referido por estar retirado se llamó Rincón de la Vieja, nombre que después pasó al volcán mismo.

Wagner y Scherzer quienes recorrieron el país por los años se 1853 y 1854, hacen la primera referencia concreta al Volcán de la Vieja. Dicen así los autores: Entre todos los volcanes de Costa Rica el de la Vieja situado al Este de la ciudad del Guanacaste, es el que ha conservado más actividad. Hacia el Sur está separado del volcán Miravalles por un profundo valle de sabanas y al Norte está casi sin ninguna comunicación con los Volcanes de Orosí, por consiguiente es un volcán casi aislado en la cordillera y forma un cono ancho y macizo con cuatro picos. El cráter actual en el lado Noreste del cono, está situado mucho más bajo que el pico de menor altura y emana constantemente blancas nubes de vapor. Según lo que cuenta un hombre que ha vivido mucho tiempo en estas partes, de vez en cuando arroja lava y cenizas candentes. Los vapores son algunas veces débiles, otras veces fuertes, rara vez y solamente en pequeños intervalos interrumpidos enteramente.

Del mejor y más completo estudio publicado hasta ese año (1861), sobre los volcanes de Costa Rica por el Dr. Frantzius, tomamos la parte que se refiere al Rincón de la Vieja. Separado del Orosí por una ancha depresión está situado hacia el E el segundo volcán: La Vieja. Es este como la mayor parte de los volcanes escarpado y rodeado de una cantidad de conos de traquita entre los cuales merecen mencionarse como los más notables el cerro del Rincón y del Mogote. Por esa circunstancia se ha nombrado a menudo todo el cerro Rincón de la Vieja. De su cumbre se levantan constantemente columnas de humo y de tiempo en tiempo erupciones de cenizas que van acompañadas de sordos ruidos semejantes al trueno. Alrededor de sus faldas hay muchas solfataras llamadas hornillas, en particular en la hacienda llamada Hedionda.

Von Seebach ascendió en enero de 1865 acompañado por el gobernador del Departamento de Guanacaste, Don Manuel Esquivel y uno de sus empleados, la narración dice así: Salimos después de las 4 p.m. de Liberia para subir al día siguiente temprano al Rincón de la Vieja. Seguimos primero el camino real de Nicaragua, hasta cerca del Río Colorado, desde donde se dirige un camino angosto al norte. Aquí el Colorado es ya un Río de importancia el cual tiene su profundo cauce flanqueado en ambos lados por capas de tufa que se levantan perpendicularmente.

Cabalgando por el lado derecho de la orilla, pasamos primero los ranchos de Curabande y llegamos a las 8 al pintoresco Guachipelín, una avanzada de gran Hacienda de Don Manuel, La Cueva.

El día nueve seguimos el viaje y como a una legua de Guachipelín se llega a los hornillos al pié del Rincón. Se ven salsas y solfataras como en el Miravalles, pero menos concentradas y por lo tanto menos grandiosas. De ese punto seguí a caballo con tres hombres subiendo uno de los angostos pasos de la montaña en la cual se divide la parte pelada del W del estirado Rincón hasta como 2/3 de su altura en donde hay que desmontar y caminar a pié. El camino sigue siempre por la cresta de la montaña aunque no muy pesado por su inclinación, si por la aglomeración de ceniza que va aumentando siempre mezclada con lapili y fragmentos de lava.

Como a la una llegamos a la cresta principal de la montaña en donde apenas podiamos contrarrestar la fuerza del viento que soplaba con furia inaudita del NW. Continuamos después por la cresta principal de la montaña por un corto trecho hacia el WSW hasta que hicimos alto frente a la punta última porque mis guías me aseguraron que era imposible seguir.

Verdaderamente era difícil y peligroso pues muchas veces había que caminar por lugares que apenas tenían un pié de ancho y por ambos lados declives casi perpendiculares los que era muy molesto pasar a causa de la abundancia de lapili flojo y el furioso viento de NW. Había que trepar después una parte casi a plomo y por dos veces me vi obligado a regresar hasta que a la tercera tentativa encontré una subida mejor y un rato después me vi en la orilla del cráter. Este cráter había arrojado en Agosto de 1863 humo durante tres días y no estaba yo poco admirado de hallar en el cráter una cazoleta en forma de plato completamente cerrada en donde las nubes habían formado un depósito de agua que había buscado una salida al N por una hendidura.

Bajo estos auspicios creía poder encontrar un segundo cráter más al SW, pero no fue así. Por todos lados los flancos del cráter caían perpendicularmente y más allá hasta donde permitía ver la neblina no me fue posible descubrir otro cráter. En el que me encontré al borde, le calculé un diámetro de 500 pasos y apenas 100 pies de profundidad hasta la punta más alta en dirección completa al S y solo 5 pies en dirección de la orilla N.

Desde la orilla del cráter cuando el viento dividía las nubes, se me presentaba una espléndida vista de las grandes llanuras del Guanacaste y del mar del Sur, por un lado y por el otro al NW y al W, la montaña salvaje del Río Frio hasta el hermoso lago de Nicaragua. En la planicie montañosa de Rio Frio pude distinguir con claridad los platanares de los indios guatusos pero por desgracia no pude contarlos con precisión. Estimo que serían como 15 por lo que calculé como 500 personas en los palenques.

En mi bajada, ya de regreso, no pude distinguir nada a causa de la espesa neblina y por la necia superstición de mis guías que habían quedado atrás y que no contestaron a mis repetidos llamamientos, casi perdiendo mi vida, llegué muy tarde y rendido al lugar en donde me esperaron y como a las nueve de la noche a las casas de Guachipelín.


El Rincón es una montaña prolongada que aumenta su altura hacia el NO y que se divide hacia el SO en monte y hacia el NO en parte desnuda; el cráter se encuentra en esta última. La parte pelada está cortada por numerosos y profundos precipicios, en donde las aguas forman muchas veces hermosas cataratas hasta de 80 pies de altura. Al S está el Rincón circulado por un cinturón de tufa, piedra pómez y en cuya prolongación al O se encuentran las crestas peladas y perpendiculares de los cerros San Vicente y Góngora.
 
Rincón de la Vieja, año 2011

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jueves, 24 de enero de 2013

El terremoto de San Estanislao, 7 de mayo de 1822, relato de Orlando W. Roberts



El Terremoto de San Estanislao, 7 de mayo de 1822

Tomado del libro Viajes y excursiones en la Costa Oriental y en el Interior de Centroamérica

ORLANDO W. ROBERTS
Traficante residente por muchos años.
La Parte II de este terremoto de publicó en este mismo blog el 24 de noviembre de 2013 (está en inglés).
Durante una de las temporadas de pesca de tortuga preparé una canoa grande y la cargué de productos con valor total de unas trescientas libras, y haciéndome acompañar de dos jóvenes para que me ayudaran, emprendí viaje para visitar varios sitios sobre la costa de la Provincia de Veragua, deteniéndome en "Cocoa Plum Point" y en la pequeña isla de Escudo de Veragua que queda junto al río de ese mismo nombre, siendo ambos sitios muy frecuentados para la pesca de la tortuga. De ahí procedí a la entrada del Río del Oro, la última colonia Española en la costa de la provincia arriba mencionada, donde encontré un grupo de cuatro personas en guardia para avisar a los comerciantes Españoles de La Concepción, un pueblo en el interior, de la llegada de cualquier embarcación de comercio a la costa. Aquí me encontré con dos criollos Españoles que me pagaron ciertos artículos con varias onzas de oro en polvo. Pronto me abandonaron diciendo que iban río arriba a una mina para conseguir más oro en polvo, con algunos de sus compañeros, que, según sus palabras, trabajaban en la mina para su patrón cuatro días a la semana, y los restantes dos días en provecho propio.

Al abandonar Bocas del Toro visitamos el río principal de los Tiribees, una  tribu de Indios que, a instancias del rey Mosquito, se mantienen en guerra constante con los Blancos y Talamancos, que son tribus del interior; a quienes persiguen como bestias salvajes, y no sienten la menor compasión para acabar con todos, sin respetar sexo o edad, solo los pequeños se salvan, los cuales son vendidos como esclavos a los principales jefes de la nación Mosquita.

Esos Tiribees habitan la región desde la entrada de la Laguna de Boca del Toro hasta el río "Banana", hay una pequeña bahía al norte de éste que puede ser considerada como el límite entre esta tribu y las dos tribus arriba mencionadas. Los Blancos y Talamancos recorren la costa de ahí hasta "Salt Creek", para cazar y pescar durante la época, pero no tienen residencia permanente en la costa.

De "Tiribee River" a "Monkey Point" (Punta Mico) que es el último cabo en la provincia de Veragua, la distancia no es de más de ocho o diez millas; se puede reconocer fácilmente por la existencia de una isleta rocosa muy escarpada que dista solamente unas pocas varas de tierra firme, y de la cual parece haber sido separada por algún cataclismo de la naturaleza. La isleta está perforada de una manera interesante en su parle media en forma de un arco alto y de forma irregular, bajo el cual puede pasar fácilmente un bote de regular tamaño.

Entre Matina y "Monkey Point", la región, que está muy poco habitada, presenta un aspecto muy hermoso con sus valles y colinas húmedas pero desprovista de puertos. Los siguientes son los nombres de ríos y aldeas situados en esta región: Río Quemado, Punta Caneta, De las Doraces, De Dios, "Banana", Punta Blanco, San Antonio, "Lime Bight", "Grape Kay", "Salt Creek", y la pequeña ensenada de El Portete.

Salt Creek dista doce millas de Matina, que, junto con el puertecito de El Portete, se conoce como el puerto de Cartago; la bahía enfrente de Matina River no es más que una gran ensenada abierta, donde es casi imposible atracar una embarcación Europea.

La ciudad de Cartago es la capital de la provincia de Costa Rica; la población en 1823 se calculaba en treinta y siete mil setecientas dieciséis almas; pero como a los dos años de esa fecha fue destruida por un tremendo terremoto que estremeció a todo el Istmo de Darién. La noche del terremoto yo estaba en casa de unos Indios en "Monkey Point" y pude ver los desastres causados en esa parte de la costa. Ya bien entrada la noche sentí que la cama de mimbres en que dormía se sacudía violentamente; suponiendo que era mi compañero (uno de los comerciantes), o uno de mis amigos Indios que trataban de asustarme o despertarme, les pregunté disgustado qué les pasaba. Sin embargo, en unos pocos segundos, los gritos de las mujeres y de los hombres, junto con las ondulaciones del suelo que torcían la choza, me sacaron del suspenso. Inmediatamente me precipité fuera de la casa, y aunque apenas podía mantenerme de pie debido a las fuertes sacudidas de la tierra, puede ver con mis propios ojos un cuadro que mientras viva jamás se borrará de mi mente. La tierra se alzaba como presa de convulsiones y parecía que nos iba a tragar, acompañado todo esto de un rugido sordo; los árboles, a poca distancia de la choza, eran sacudidos desde sus raíces con tal violencia que caían al suelo y sus ramas y troncos chocaban unos con otros con gran estrépito; las aves domésticas, las loras, guacamayos, palomas, y otros volaban como locos y también chocaban unos con otros, asustados y dando alaridos; los chillidos de los monos junto con los aullidos de los animales del bosque que parecían venir en búsqueda de nuestra protección, se juntaban con los alaridos de los asustados Indios y de sus animales domésticos y toda la naturaleza parecía estar presa de espanto. Aunque anteriormente había tenido que hacerle frente a huracanes y borrascas en alta mar, la escena en que ahora me veía envuelto casi me hacía perder el juicio; transcurrió algún tiempo antes de que yo pudiera reunir mis fuerzas para darme cuenta cabal de la situación y pensar qué debía hacer para salvarme; consideré que el peligro más grande sería que el mar inundara la costa, y por eso, levantando a mi compañero, nos apresuramos a nuestra embarcación y la pusimos en el agua, considerando que en todo caso, se mantendría a flote; y temerosos decidimos esperar el desenlace. Las sacudidas poco a poco fueron disminuyendo; y hacia el amanecer habían cesado totalmente. No hubo pérdidas de vidas aquí o en otras aldeas Indias vecinas, pero el suelo estaba rajado en varios sitios, y la arena de la playa se encontraba amontonada o en surcos; lo que el día anterior había sido una pequeña laguna o estanque en la cual navegaban varias canoas, ahora se hallaba completamente seca; la mayoría de las chozas estaban rajadas y torcidas y los efectos del terremoto se veían por doquier. Los Mosquitos, que a la sazón se encontraban en la costa, se asustaron tanto y se llenaron de tal espanto supersticioso que abandonaron la pesca de la tortuga y regresaron a sus casas cuando no había llegado ni a la mitad la época de caza de la tortuga.

Los únicos en la región que no tuvieron miedo fueron un comerciante y algunos de sus amigos Indios que se encontraban tan ebrios que hasta el día siguiente se enteraron de que algo extraordinario había sucedido. Recordaban vagamente que no lograron hacer que dejara de rodar por el suelo un botellón de licor que había en la choza, pero no sabían si era porque alguien estaba tratando de robársela o porque el botellón mismo había decidido salir huyendo por su propia cuenta.

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miércoles, 23 de enero de 2013

El Volcán Orosí, primeros datos y ascenso



 EL Volcán Orosí
Por Ricardo Fernández Peralta
Revista de Costa Rica, junio y julio de 1923

Debo a la amabilidad del señor Director del Liceo de Costa Rica Prof. J. Fidel Tristán, la parte más valiosa de esta recopilación, que proporcionará una fuente segura de información a los estudios de nuestra geografía patria.

1524. La primera referencia que conozco que se haga de aquella región es de esta fecha: “El cacique Orosí está a 5 leguas la tierra adentro: tornáronse cristianas 134 ánimas: dio 198 pesos, 4 tomines de oro” (León Fernández, Historia de Costa Rica, página 36).

1745: En la descripción que hace don José Lacayo del Lago de Nicaragua y del río San Juan dice (se respeta la ortografía del original): “Y comenzando por el rumbo del Sur digo que por esa parte corre la dcha costa hasta el volcán que llaman de Orozí, que forma un escudo y ensenada grande: es toda tierra baja y cienegosa y en ella ay muchos riachuelos, quebradas y suelos que desaguan de ella, por cuia parte no se tienen reselo por ser montaña ynpertransible; desde dho volcán de Orozí sigue la ensenada grande de cuia boca se ignora sus cavezeras, digo, de cuia costa se ignoran sus secretos por no haberla registrado ni navegado, y sólo se discurre parará dha. Laguna en la Cordillera de volcanes que desde dho Orosí empiezan hasta la provincia de Costa Rica” (León Fernández, Documentos de la Historia de Costa Rica, Tomo IX, páginas 383 y 384).

1854: Los viajeros alemanes Wagner y Scherzer, autores de uno de los libros más interesantes que se han publicado sobre nuestro país, se refieren al Orosí en estos términos: “Las dos montañas de Orosí que siguen al N., son de bonita forma y al parecer no han dado ninguna señal de actividad en los tiempos históricos. Están unidas por un poderoso nudo montañoso y cubiertas de bosques hasta las cumbres más altas” (Wagner y Scherzer, Die Republik Costa Rica in Central America, Leipzig, 1856.

El primer estudio sobre el Orosí es del Dr. Sapper, valiosísimo como todos los de este sabio alemán.

Según Sapper, el monte Orosí, ascendido por mí el 1° de febrero de 1899, tiene aproximadamente, según mis medidas barométricas, 1600 metros de altura. Las grandes cantidades de musgo que en las altas regiones del Orosí cubren todos los troncos hasta el doble de su diámetro. Indican la extraordinaria humedad del aire, y la frecuencia de las lluvias y nieblas que reinan allí. Mientras en las partes más profundas hay magníficas selvas vírgenes humedecidas por la lluvia, con numerosas pequeñas palmeras por una mezcla de arbustos de “vaccínea” y “ficus” casi impenetrable, que dificulta la ascensión a la montaña.

Debido a la compacta vegetación es muy difícil formarse una idea exacta del relieve topográfico del cerro, pues esta oculta por completo su estructura geológica; sin embargo, pude reconocer que el monte Orosí constituye los restos de un volcán destruido, con un gran cráter roto al WSW y de la forma de un cráter de roca. Según V. Frantzius (Petermanns Mitteilungen Leipzig, 1862, página 330) está  caracterizado por dos picos que se hallan muy cerca uno del otro; no pude comprobar eso y me inclino a creer que V. Frantzius ha confundido el verdadero Orosí, con el cerro cónico que está al SE de él.
 
El volcán aparece extinguido completamente hace ya mucho tiempo, y cuando leí en Squier que este volcán estuvo extraordinariamente activo durante los terremotos de Nicaragua, en mayo de 1844, tuve que pensar que probablemente fue otro volcán distinto del Orosí que yo subí, tal vez el cono SE mencionado por mi anteriormente.

En 1850 escribe Fröbel: “A la izquierda del Ometepe el ojo sigue una línea costera cubierta de bosques detrás de la cual, en territorio de Costa Rica, se levanta una oscura cadena de montañas. En el último año (1849) sus cimas volcánicas alumbraron a menudo el lago (el lago de Nicaragua) durante la noche, con sus llamas y corrientes de lava”. No puedo dar crédito a la nota de Fröbel, porque él no vio ni las llamas ni las corrientes de lava, sino que estos datos los obtuvo de fuente incierta, como lo pude comprobar más tarde cuando estuve en Centro América.

Estoy seguro de que el Orosí que yo ascendí no fue el que estuvo eventualmente en actividad. El verdadero Orosi (1571 m) no puede haber estado en actividad en el siglo XIX, como lo prueban los árboles corpulentos y exuberante vegetación que cubren las regiones de la cimas; pero quizá lo estuvo su vecino el volcán Rincón de la Vieja. La roca de Orosí es, según determinación del Dr. Klautzschs, andesita anfibólica.

Estoy de acuerdo con el Dr. Sapper en no creer que el Orosí haya estado en actividad durante el siglo XIX, y aún pienso que tampoco lo estuvo en la época de la conquista, como así lo supone el sabio alemán. Las afirmaciones de Fröbel las juzgo falsas, pues estoy seguro que en 1849 ningún volcán del Guanacaste arrojó lava ni escorias; si alguno de ellos estuvo en actividad debe de haber sido, como lo cree Sapper, el Rincón de la Vieja que en 1854 lanzaba constantemente nubes de vapor.

Por la citas anteriores se ve que hace diez años muy poca cosa sabíamos del Orosí, el volcán permaneció inexplorado hasta 1899, y la narración de esta ascensión no vio la luz sino en 1913. La determinación barométrica de la altura, 1600 metros, concuerdan bien con la triangulación de la U. S. Hydrographic Survey que le asigna 1583 m, y con la del Ferrocarril Intercontinental, 1571 m, que es la adoptada por el señor Pittier en su mapa, y a la cual se refiere el Dr. Sapper.

No podemos menos que lamentar una vez más del abandono en que están los estudios de nuestra geografía, principalmente por parte del Gobierno que es el llamado a realizar esta clase de trabajos, organizándolos por medio de un centro técnico, que venga a continuar la meritoria obra iniciada por el Instituto Físico Geográfico de grata memoria.


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