domingo, 5 de mayo de 2019

El terremoto del 4 de marzo de 1924


El terremoto del 4 de marzo de 1924


El geólogo y sismólogo Walter Montero estudio el terremoto del 4 de marzo de 1924 (Ms = 7,0) y su artículo fue publicado en la revista Geológica de América Central (22: 25-62, 1999). El terremoto, ocurrido en la región del antearco central pacífico de Costa Rica. y originó intensidades Mercalli Modificada (MM) entre VIII y IX grados en el área mesosísmica, que incluye entre otros a los poblados de Orotina, San Mateo, San Ramón y Esparza. Federico Güendel calculó que pudo llegar incluso a 10 (Figura 1).


Figura 1. Mapa de intensidades según Güendel (1992) y Montero (1999) para el terremoto (M=7,0) del 24 de marzo de 1924.

Aparte del gran número de casas y edificios que quedaron inhabitables, el terremoto generó innumerables daños a la línea férrea, gran cantidad de deslizamientos, caída de rocas, agrietamientos del suelo y licuefacción, y fue seguido por varias réplicas con magnitudes Ms entre 5,0 y 6,4. Además, el evento principal disparó actividad sísmica en varias fallas corticales del interior del país y actividad volcánica en el Irazú y posiblemente en el Rincón de la Vieja.


Montero sugiere una posible ruptura superficial y que la fuente sismogénica de este terremoto fue la falla Tárcoles, aunque el sistema de falla Bijagual, también debió participar en el proceso de ruptura. Estas son fallas transcurrentes de rumbo NE a N, que forman parte de la zona de deformación que sirve de límite entre la placa del Caribe y la microplaca de Panamá, por lo que este evento se considera un sismo interplaca relacionado al límite incipiente entre las anteriores unidades tectónicas.

Los periódicos de la época describieron lo vivido por los pobladores y a continuación se hace mención a lo narrado por algunos de ellos.

Diario de Costa Rica, jueves 6 y viernes 7 de marzo de 1924, Año V, Número 1395 y 1396: Detalles completos del terremoto de San Casimiro. Se calcula que las pérdidas en San José ascienden a más de cinco millones de colones:

De nuevo el país siente el azote de las conmociones seísmicas, que, en varias ocasiones anteriores, han traído al país una serie de desgracias. Nuestro pueblo recuerda con terror los sucesos de 1822, 1841, 1888 y 1910, pero en esas fechas los volcanes presentaban completa tranquilidad. En cambio, no hubo terremotos en los momentos de gran actividad: 1723 del Irazú; 1864 del Turrialba; y en enero de 1910, el Poás.

El 20 de febrero de 1723 fueron los temblores los que obligaron al pueblo a implorar la misericordia divina, después de varios días de presenciar fenómenos raros: retumbos, erupciones, etc. Pero estos temblores no causaron mayores daños. El 14 de julio de julio de 1756 fueron los temblores que se conocen con el nombre de San Buenaventura, los que obligaron a las devotas a consagrar y jurar a Nuestra Señora de los Ángeles como abogada de la provincia.

En la madrugada del 7 de mayo de 1822 fueron los temblores de San Estanislao, que impresionaron a muchos de los josefinos, hasta disponer un cabildo abierto, con el fin de perpetuar la memoria del suceso por medio de un acto solemne. El 2 de setiembre de 1841, fueron los temblores de San Antolín, lo más tremendo que recuerdan nuestros abuelos: fue la primera destrucción de Cartago, ocasionó allí 16 muertos y destruyó 359 casas y aquí (San José) destruyó 123 casas. Por fin, en el último terremoto el 4 de mayo de 1910, llamado de Santa Mónica, donde perecieron cerca de 500 personas, según un informe de Anastasio Alfaro.    

El terremoto del 4 de marzo, que se conocerá con el nombre de San Casimiro, por ser el santo del día, ha sido funesto para San José, Heredia y Alajuela, especialmente, para la sección suroeste: Orotina y San Mateo. Se registró a las 4:07 a.m. el primer temblor, de intensidad VI, y han continuado con intermitencias. Ayer pasan de 400. En 1910 se registraron 481 temblores y el del 4 de mayo, a las 18:50 horas, tuvo intensidad de X en Cartago y VII en San José.

Figura 2. Registro del sismoscopio (Péndulo Trifilar) ubicado en el Observatorio Nacional para el terremoto del 4 de marzo de 1924 (Diario de Costa Rica, 6 de abril de 1924).


Los relojes de la capital se pararon después del temblor así: 4:10 La Dolorosa; 4:07 La Catedral; 5:07 el de la Fábrica Nacional de Licores; y a las 4:07 el de La Merced. Desde esa hora se lanzó la población capitalina a la calle. Los automóviles entraron en actividad, recorriendo las calles con los curiosos que deseaban tomar una idea de los desastres ocasionados.

A las 4:35 hubo uno de intensidad III y otro a las 5:10 de intensidad IV, con el cual se apagó el alumbrado particular. A las 5:44 hubo otro de intensidad VI, de sacudida violenta; y un segundo, de intensidad VII a las 5:45 a.m. Antes del amanecer ya muchas familias que habitaban casas de ladrillo buscaban refugio en las casas de amigos o familiares que ocupaban casas de madera. El comercio popular señalaba la zona de Alajuela como la más afectada.

Se calcula que los daños ocasionados por estos temblores, en esta capital, no se reparan con cinco millones de colones. Más de doscientas casas quedan inutilizables. La Cruz Roja fue instalada en la Plaza de la Artillería. Se acondicionó de teléfono y de todo lo necesario para el caso. Los miembros activos de ese cuerpo recorrían las calles de la capital debidamente uniformados, a fin de prestar sus servicios en caso de necesidad.

Entre los edificios dañados está el que ocupaba el Ministerio de Guerra o Secretaría de Seguridad Pública, como ahora se dice. En la Penitenciaría, un fortín quedó casi destruido, en la cama del comandante, Coronel don Rogelio Troyo, cayó un trozo de pared, pero él estaba en Cartago. También, la casa de detectives de la Oficina de Detectives, quedó en mal estado. La Dirección se ha instalado provisionalmente en la casa del Coronel Pinaud.

También han sufrido grandemente los dueños de establecimientos de licores. En el Paso de la Vaca, donde los Solera, cayeron los estantes con todas las botellas. También en la pulpería de Víctor Zúñiga, al norte del Mercado. De las pulperías del Mercado salían por las rendijas de las puertas los licores y vinos en chorros. Nuestro Teatro Nacional, la obra que nos envanecía a todos, ha quedado arruinado. En el exterior, la estatua de Calderón de la Barca, salió casi una cuarta de la peana y se abrió en dos partes. En el foyer hay unas columnas tronchadas. Bombillas quebradas ni se cuentan. Se produjo un incendio, del lado Este, pero fue apagado inmediatamente. Parece que habrá necesidad de hacer grandes y costosas reparaciones.

En Desamparados, más de diez casas quedaron con los techos hundidos. En Aserrí hay grandes pérdidas en locales comerciales. En Santa Ana se cayeron varias casas y la Iglesia de Escazú quedó inclinada al lado sur.

Villa Colón en estado ruinoso; la Iglesia y demás edificios dañadísimos. Desde Puriscal se informa que desde las cuatro de la mañana se está bajo una crisis sísmica, iniciada con un movimiento terrestre formidable, con caracteres de terremoto. Desde eso hora tiembla cada dos o tres minutos, a veces fortísimo. La alarma es general. Todo el comercio y las oficinas públicas están cerradas. Ricardo Brenes Argüello, finquero cuya finca está a cuatro horas al sur, informa que, por aquellos lados, la cosa tuvo caracteres de cataclismo.

Reportes de Heredia

Los temblores de esta madrugada han sembrado pánico en esta población, pues estos han tenido todo el carácter de verdaderos terremotos. Los edificios dañados son muchos, pero los efectos se hacen más notables en la parte sur de la ciudad, donde han caído casas, hundiéndose techos y dejando un estado de verdadera ruina a gran número de gentes pobres. El viejo Fortín se rajó en dos partes y se cree que habrá necesidad de apearlo.

En la Iglesia del Carmen, se calculan en 30 mil colones los daños. En el cementerio se notan los estragos desde la portada, que ha quedado en verdadero estado de ruina. En muchas de las capillas de renombradas familias, los cadáveres han quedado al descubierto. El enterramiento de dichos cadáveres se está practicando con alguna dificultad por la escasez de peones de que dispone la higiene y a la falta de una organización en estos casos de emergencia. En total se enterraron nuevamente 70 cadáveres. El edificio del Mercado está todo en ruina y debe ser demolido inmediatamente para evitar mayores perjuicios.

La Basílica de Santo Domingo está en ruinas, habrá que demolerla y la Iglesia del Rosario presenta serios daños. La estación de Echeverría, en San Joaquín, cayó con los temblores, en San Francisco de Heredia cayeron varias casas.

Reportes de San Ramón, Orotina, San Mateo y alrededores

San Ramón, Orotina y San Mateo son los pueblos más perjudicados con los temblores y se cree que el epicentro de los temblores está en Orotina, y hay quien opina que son dos los epicentros.

El Río Grande tuvo una gran crecida, la cual arrastró al ganado vacuno y porcino de muchas fincas, entre otras, el de Las Trojas, propiedad de don Arturo González. En algunos sitios de ese río hierve y arroja un olor pestilente, que se dice es lava que arrastra dicho río. En el camino de Pigres se han abierto grandes grietas, en las que cabe la mitad de una persona.

En Orotina las casas de madera están partidas en dos. Cayó el Hotel Ceregatti y otros edificios. La cárcel totalmente destruida. La baranda de la iglesia parroquial fue partida como con sierra. Hay casas que se ladearon y están enterradas diagonalmente. Hubo muchos golpeados. Los vecinos están a la intemperie sin recibir socorro alguno. Se han visto hundirse algunas colinas de las montañas próximas. Urge enviar lo más pronto posible un cirujano a Orotina. Aunque son pocas las personas lesionadas hay dos de bastante gravedad, con peligro de gangrena, una de ellas es la señorita Anita Caballero, una turista colombiana que estaba visitando a su hermano (El Cura) en San Mateo (falleció posteriormente el 7 de marzo en el Hospital San Juan de Dios). En San Mateo se cayó la Iglesia, la cúpula se fue encima de la Casa Cural, habiendo quedado golpeados el señor cura Miguel de J, Caballero y varios de su familia.

Figura 3. A- Casa Cural de San Mateo. B-Casa de José María Vargas a la izquierda, y al fondo la casa de Cenobio Vargas en Orotina. C- Detalle del colapso de la pulpería de don Cenobio Vargas.  

Don José González, maquinista de la locomotora N°17 estaba en Orotina durante los temblores del marte. Con él, llegaron a la capital, de los primeros, Faustino González y los brequeros Octaviano Porras y José Granados. Se vinieron a pie a tomar el tren en Atenas. Encontraron aterrada la línea desde el kilómetro 61,5 al 43. En Concepción las familias huyeron a Escobal, dejando sus casas destruidas. Hasta el tanque de agua quedó roto en muchas partes. En el kilómetro 43 estaban volando con dinamita una piedra de 12 toneladas. Los rieles quedaron partidos en muchos pedazos. En Concepción, en el kilómetro 60,5 se partieron los cerros que van a terminar a la Mina de San Juan Dos. Fue extraído de una grieta un individuo que al huir cayó en la cima. Esto aconteció en el Cerro del Muerto.

Figura 4. Oficina del Telégrafo después del terremoto en Orotina.

La locomotora N°18 cuando el primer temblor, llegaba al Tajo de Florencia, y al producirse el segundo, venía a la mitad del puente de Río Grande. Las dos veces tuvo que parar el tren porque la locomotora se bambaleaba.   

Las pérdidas en San Ramón han sido enormes en todo el cantón. El Palacio, la Iglesia, la Escuela Superior, el Hospital y la Cárcel han sido totalmente destruidos. Veinticinco edificios particulares se han derrumbado en el centro, e infinidad en los distritos del Norte; de Zarcero y Naranjo se reciben noticias alarmantes. Las pérdidas de aquí pasan de millón y medio de colones. Desgracias personales afortunadamente no hubo ninguna.



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1 comentarios:

A las 5 de mayo de 2020, 22:36 , Blogger vantcj1 ha dicho...

¡Muy intesante publicación! Ilustra muy ampliamente el testimonio de la época, sobre los daños causados por el terremoto. Y el reporte de Walter Montero es bastante complementario.

 

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