lunes, 31 de octubre de 2016

El Terremoto del 24 de abril de 1916, Costa Rica



El Terremoto del 24 de abril de 1916

Periódico La Información, Año IX, lunes 24 de abril de 1916, N°3474


Los fuertes temblores de esta madrugada

Al cerrar nuestra edición, a las 2 y 28 minutos de la mañana se sintieron en esta ciudad dos fuertes temblores. Uno inicial de oscilación y pocos segundos después otro prolongado de gran intensidad del cual obtuvimos los siguientes datos que nos suministró don Rafael Tristán y entre los cuales hay detalles de otros temblores, algunos de ellos perceptibles. El temblor de las 02:26 a.m. tuvo una intensidad de III (R y F). Dirección NW-SE. El de las 02:28 a.m. tuvo una intensidad de V (R y F), dirección NW-SE y de larga duración, oscilaciones y trepidaciones lentas.
El terremoto causó general alarma entre los habitantes de la ciudad, y puede decirse que ni una sola persona quedó entre sus casas. Por teléfono nos comunicamos a las 3 de la mañana con las provincias de Alajuela, Heredia y Cartago, habiéndosenos comunicado que los temblores, el inicial y el segundo, se sintieron muy fuertes. Las poblaciones alarmadas pero ningún daño material que se sepa. De Puntarenas se nos dijo por teléfono que el movimiento había sido allí extremadamente fuerte y de mayor intensidad que el que se sintió hace pocas semanas (hace referencia al sismo del 27 de febrero de 1916, ver reseña en este mismo blog); que no se observó ningún fenómeno especial y que tampoco se tenía detalle alguno sobre daños materiales.
En el Parque Morazán y otros lugares de recreo se aglomeró gran número de familias, dichosamente sin haberse tenido que lamentar desgracia alguna personal ni daños materiales, según información que obtuvimos de las Secciones de Policía. La Central de teléfonos estuvo ocupadísima dando comunicaciones con las demás provincias hasta cerca de las 4 de la mañana, hora que entró nuestro diario en prensa. Igualmente fue activísima la comunicación telefónica entre los aparatos de la capital, mereciendo elogio la buena voluntad de los empleados de la Central que prestan servicio nocturno.
Los automóviles recorrieron nuestras calles y puede decirse que la mayor parte de la población renunció a las horas de sueño que faltaban.


Periódico La Información, Año IX, martes 25 de abril de 1916, N°3475

Agitada por fuerzas subterráneas y misteriosas la tierra continúa estremeciéndose a cada rato. Los fenómenos sísmicos presentados antenoche y ayer, han provocado pánico grande en muchos pueblos de la República. En algunas poblaciones, los temblores causaron perjuicios de consideración.

De casi todos los pueblos de la República recibimos ayer telegramas en los que nuestros Corresponsales nos informan de los perjuicios y alarma producida por los últimos grandes temblores en sus respectivas localidades. La mayoría de esos telegramas se concretan a decir: "Temblor fuerte: consecuencias materiales y personales ninguna, los habitantes intranquilos”.

En consecuencia, no vemos la necesidad de reproducir uno a uno todos esos despachos telegráficos, que dicen lo mismo; de ellos, entresacamos aquellos que saliéndose en sus informaciones de lo ordinario, hablan de perjuicios ocasionados por esos temblores, perjuicios que dichosamente son bien pocos.

Esos temblores han causado en el ánimo de los costarricenses tanta mayor alarma, cuando que el caso trae al recuerdo la catástrofe que destruyó Cartago el 4 de mayo de 1910 y  los temblores, fuertes todos ellos, que se sintieron en abril de ese mismo año, y que fueron precursores de la horrible tragedia, la más pavorosa que ha registrado en Costa Rica y cuyas víctimas fueron tan numerosas, a pesar del régimen de precaución que existía en la época en que se produjo aquel triste acontecimiento.

El próximo 4 de mayo se cumplirán seis años de aquella horrenda catástrofe y llama la atención que ahora, como entonces, en el mes de abril se registren tantos, tan continuos y tan fuertes temblores de tierra, por lo cual muchos supersticiosos les señalan como un mal síntoma, precursor de males mayores. Y es por esa especialísima circunstancia, de tan triste recordación, que una buena parte de nuestro pueblo se siente en este momento un tanto intranquilo y molesto. Al igual de los vecinos de la capital, todos los habitantes de las otras ciudades, villas, pueblos y caseríos de la República, velaron en la noche de anteayer temerosos de un nuevo cataclismo; y millares de millares de ellos pasaron toda la madrugada a la intemperie, en prevención de acontecimientos mayores.

Con respecto a la capital y según datos que adquirimos ayer en fuentes oficiales, podemos decir que ningún perjuicio de consideración ocasionaron los temblores de anteayer en la madrugada; en algunas casas cayeron repellos, en otras tejas; en algunos establecimientos comerciales loza y botellería mal colocadas; pero nada más.

Las autoridades de Cartago nos informaron por teléfono: En la ciudad, nada de extraordinario ha ocurrido; de los pueblos, nada informan, lo que quiere decir que tampoco ha ocurrido nada especial. De Heredia, dice el Gobernador: Los fuertes temblores produjeron en el ánimo de las gentes la consiguiente alarma, sin otra novedad. Lo mismo informa el Gobernador de Alajuela. En Limón, los temblores se sintieron débilmente. En Liberia, también; en cambio, en La Cruz, muy fuerte. En San Juan del Sur de Nicaragua ni siquiera se sintieron. En Nicoya, el segundo de los temblores de la serie tuvo carácter de terremoto; no tumbó edificios porque fue oscilatorio; sin embargo, la Iglesia recibió algunos daños; bien es cierto que ese Templo quedó en pésimas condiciones en temblores anteriores y además es de construcción antigua.
 
En todo el litoral de Puntarenas, se sintieron los movimientos sísmicos extraordinariamente fuertes; así como en el Naranjo, donde sufrieron desperfectos algunos edificios, y quedaron desplomados otros y se produjeron grietas en el Templo y en la capilla, en la que se abrió una pared dejando una grieta de dos pulgadas de luz; cayeron en el interior del Templo pesados repellos de mampostería estucada, que destrozaron los brazos de una magnífica imagen de San Juan; la imagen cayó del camerín en que se encontraba. En Poás, la Iglesia quedó agrietada; los cantineros tuvieron perjuicios por la botellería que cayó, destrozándose. En San Ramón, también se han descubierto daños en el hermoso y valiosísimo templo de aquella población, uno de los mejores de la república. Y, por lo demás, alarma general y pocos daños materiales en los otros pueblos costarricenses.

Las investigaciones del Observatorio Nacional indican una distancia aproximada al epicentro de 35 km por término medio, y solo falta para una determinación más exacta los datos de los señores telegrafistas, que por desgracia no han correspondido esta vez con un detalle aun cuando insignificante para ellos, pero de gran valor para este Centro. 

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