El Terremoto del 24 de abril de 1916, Costa Rica
El Terremoto del 24 de
abril de 1916
Periódico La
Información, Año IX, lunes 24 de abril de 1916, N°3474
Los fuertes temblores de esta madrugada
Al cerrar nuestra edición, a las 2 y 28 minutos de la mañana
se sintieron en esta ciudad dos fuertes temblores. Uno inicial de oscilación y
pocos segundos después otro prolongado de gran intensidad del cual obtuvimos
los siguientes datos que nos suministró don Rafael Tristán y entre los cuales
hay detalles de otros temblores, algunos de ellos perceptibles. El temblor de
las 02:26 a.m. tuvo una intensidad de III (R y F). Dirección NW-SE. El de las
02:28 a.m. tuvo una intensidad de V (R y F), dirección NW-SE y de larga
duración, oscilaciones y trepidaciones lentas.
El terremoto causó general alarma entre los habitantes de la
ciudad, y puede decirse que ni una sola persona quedó entre sus casas. Por
teléfono nos comunicamos a las 3 de la mañana con las provincias de Alajuela,
Heredia y Cartago, habiéndosenos comunicado que los temblores, el inicial y el
segundo, se sintieron muy fuertes. Las poblaciones alarmadas pero ningún daño
material que se sepa. De Puntarenas se nos dijo por teléfono que el movimiento
había sido allí extremadamente fuerte y de mayor intensidad que el que se
sintió hace pocas semanas (hace referencia al sismo del 27 de febrero de 1916,
ver reseña en este mismo blog); que no se observó ningún fenómeno especial y
que tampoco se tenía detalle alguno sobre daños materiales.
En el Parque Morazán y otros lugares de recreo se aglomeró
gran número de familias, dichosamente sin haberse tenido que lamentar desgracia
alguna personal ni daños materiales, según información que obtuvimos de las
Secciones de Policía. La Central de teléfonos estuvo ocupadísima dando
comunicaciones con las demás provincias hasta cerca de las 4 de la mañana, hora
que entró nuestro diario en prensa. Igualmente fue activísima la comunicación
telefónica entre los aparatos de la capital, mereciendo elogio la buena
voluntad de los empleados de la Central que prestan servicio nocturno.
Los automóviles recorrieron nuestras calles y puede decirse
que la mayor parte de la población renunció a las horas de sueño que faltaban.
Periódico La
Información, Año IX, martes 25 de abril de 1916, N°3475
Agitada por fuerzas subterráneas y misteriosas la tierra
continúa estremeciéndose a cada rato. Los fenómenos sísmicos presentados
antenoche y ayer, han provocado pánico grande en muchos pueblos de la
República. En algunas poblaciones, los temblores causaron perjuicios de
consideración.
De casi todos los pueblos de la República recibimos ayer
telegramas en los que nuestros Corresponsales nos informan de los perjuicios y
alarma producida por los últimos grandes temblores en sus respectivas
localidades. La mayoría de esos telegramas se concretan a decir: "Temblor
fuerte: consecuencias materiales y personales ninguna, los habitantes
intranquilos”.
En consecuencia, no vemos la necesidad de reproducir uno a
uno todos esos despachos telegráficos, que dicen lo mismo; de ellos,
entresacamos aquellos que saliéndose en sus informaciones de lo ordinario,
hablan de perjuicios ocasionados por esos temblores, perjuicios que
dichosamente son bien pocos.
Esos temblores han causado en el ánimo de los costarricenses
tanta mayor alarma, cuando que el caso trae al recuerdo la catástrofe que
destruyó Cartago el 4 de mayo de 1910 y
los temblores, fuertes todos ellos, que se sintieron en abril de ese
mismo año, y que fueron precursores de la horrible tragedia, la más pavorosa
que ha registrado en Costa Rica y cuyas víctimas fueron tan numerosas, a pesar
del régimen de precaución que existía en la época en que se produjo aquel
triste acontecimiento.
El próximo 4 de mayo se cumplirán seis años de aquella
horrenda catástrofe y llama la atención que ahora, como entonces, en el mes de
abril se registren tantos, tan continuos y tan fuertes temblores de tierra, por
lo cual muchos supersticiosos les señalan como un mal síntoma, precursor de
males mayores. Y es por esa especialísima circunstancia, de tan triste
recordación, que una buena parte de nuestro pueblo se siente en este momento un
tanto intranquilo y molesto. Al igual de los vecinos de la capital, todos los
habitantes de las otras ciudades, villas, pueblos y caseríos de la República,
velaron en la noche de anteayer temerosos de un nuevo cataclismo; y millares de
millares de ellos pasaron toda la madrugada a la intemperie, en prevención de
acontecimientos mayores.
Con respecto a la capital y según datos que adquirimos ayer
en fuentes oficiales, podemos decir que ningún perjuicio de consideración
ocasionaron los temblores de anteayer en la madrugada; en algunas casas cayeron
repellos, en otras tejas; en algunos establecimientos comerciales loza y
botellería mal colocadas; pero nada más.
Las autoridades de Cartago nos informaron por teléfono: En la
ciudad, nada de extraordinario ha ocurrido; de los pueblos, nada informan, lo
que quiere decir que tampoco ha ocurrido nada especial. De Heredia, dice el Gobernador: Los fuertes temblores
produjeron en el ánimo de las gentes la consiguiente alarma, sin otra novedad.
Lo mismo informa el Gobernador de Alajuela. En Limón, los temblores se
sintieron débilmente. En Liberia, también; en cambio, en La Cruz, muy fuerte.
En San Juan del Sur de Nicaragua ni siquiera se sintieron. En Nicoya, el segundo
de los temblores de la serie tuvo carácter de terremoto; no tumbó edificios
porque fue oscilatorio; sin embargo, la Iglesia recibió algunos daños; bien es
cierto que ese Templo quedó en pésimas condiciones en temblores anteriores y
además es de construcción antigua.
En todo el litoral de Puntarenas, se sintieron los
movimientos sísmicos extraordinariamente fuertes; así como en el Naranjo, donde
sufrieron desperfectos algunos edificios, y quedaron desplomados otros y se
produjeron grietas en el Templo y en la capilla, en la que se abrió una pared
dejando una grieta de dos pulgadas de luz; cayeron en el interior del Templo
pesados repellos de mampostería estucada, que destrozaron los brazos de una
magnífica imagen de San Juan; la imagen cayó del camerín en que se encontraba.
En Poás, la Iglesia quedó agrietada; los cantineros tuvieron perjuicios por la
botellería que cayó, destrozándose. En San Ramón, también se han descubierto
daños en el hermoso y valiosísimo templo de aquella población, uno de los
mejores de la república. Y, por lo demás, alarma general y pocos daños
materiales en los otros pueblos costarricenses.
Las investigaciones del Observatorio Nacional
indican una distancia aproximada al epicentro de 35 km por término medio, y
solo falta para una determinación más exacta los datos de los señores telegrafistas,
que por desgracia no han correspondido esta vez con un detalle aun cuando
insignificante para ellos, pero de gran valor para este Centro.
Etiquetas: Costa Rica, El Terremoto del 24 de abril de 1916, Periódico La Información, Waldo Taylor
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