El
terremoto del 4 de marzo de 1924
El
geólogo y sismólogo Walter Montero estudio el terremoto del 4 de marzo de 1924
(Ms = 7,0) y su artículo fue publicado en la revista Geológica de América
Central (22: 25-62, 1999). El terremoto, ocurrido en la región del antearco
central pacífico de Costa Rica. y originó intensidades Mercalli Modificada (MM)
entre VIII y IX grados en el área mesosísmica, que incluye entre otros a los
poblados de Orotina, San Mateo, San Ramón y Esparza. Federico Güendel calculó
que pudo llegar incluso a 10 (Figura 1).
Figura 1. Mapa de intensidades
según Güendel (1992) y Montero (1999) para el terremoto (M=7,0) del 24 de marzo
de 1924.
Aparte
del gran número de casas y edificios que quedaron inhabitables, el terremoto
generó innumerables daños a la línea férrea, gran cantidad de deslizamientos,
caída de rocas, agrietamientos del suelo y licuefacción, y fue seguido por
varias réplicas con magnitudes Ms entre 5,0 y 6,4. Además, el evento principal
disparó actividad sísmica en varias fallas corticales del interior del país y
actividad volcánica en el Irazú y posiblemente en el Rincón de la Vieja.
Montero
sugiere una posible ruptura superficial y que la fuente sismogénica de este
terremoto fue la falla Tárcoles, aunque el sistema de falla Bijagual, también debió
participar en el proceso de ruptura. Estas son fallas transcurrentes de rumbo
NE a N, que forman parte de la zona de deformación que sirve de límite entre la
placa del Caribe y la microplaca de Panamá, por lo que este evento se considera
un sismo interplaca relacionado al límite incipiente entre las anteriores
unidades tectónicas.
Los
periódicos de la época describieron lo vivido por los pobladores y a
continuación se hace mención a lo narrado por algunos de ellos.
Diario de Costa Rica, jueves 6 y
viernes 7 de marzo de 1924, Año V, Número 1395 y 1396:
Detalles completos del terremoto de San Casimiro. Se calcula que las pérdidas
en San José ascienden a más de cinco millones de colones:
De
nuevo el país siente el azote de las conmociones seísmicas, que, en varias
ocasiones anteriores, han traído al país una serie de desgracias. Nuestro
pueblo recuerda con terror los sucesos de 1822, 1841, 1888 y 1910, pero en esas
fechas los volcanes presentaban completa tranquilidad. En cambio, no hubo
terremotos en los momentos de gran actividad: 1723 del Irazú; 1864 del
Turrialba; y en enero de 1910, el Poás.
El 20
de febrero de 1723 fueron los temblores los que obligaron al pueblo a implorar
la misericordia divina, después de varios días de presenciar fenómenos raros:
retumbos, erupciones, etc. Pero estos temblores no causaron mayores daños. El
14 de julio de julio de 1756 fueron los temblores que se conocen con el nombre
de San Buenaventura, los que obligaron a las devotas a consagrar y jurar a
Nuestra Señora de los Ángeles como abogada de la provincia.
En la
madrugada del 7 de mayo de 1822 fueron los temblores de San Estanislao, que
impresionaron a muchos de los josefinos, hasta disponer un cabildo abierto, con
el fin de perpetuar la memoria del suceso por medio de un acto solemne. El 2 de
setiembre de 1841, fueron los temblores de San Antolín, lo más tremendo que recuerdan
nuestros abuelos: fue la primera destrucción de Cartago, ocasionó allí 16
muertos y destruyó 359 casas y aquí (San José) destruyó 123 casas. Por fin, en
el último terremoto el 4 de mayo de 1910, llamado de Santa Mónica, donde perecieron
cerca de 500 personas, según un informe de Anastasio Alfaro.
El
terremoto del 4 de marzo, que se conocerá con el nombre de San Casimiro, por
ser el santo del día, ha sido funesto para San José, Heredia y Alajuela, especialmente,
para la sección suroeste: Orotina y San Mateo. Se registró a las 4:07 a.m. el
primer temblor, de intensidad VI, y han continuado con intermitencias. Ayer
pasan de 400. En 1910 se registraron 481 temblores y el del 4 de mayo, a las
18:50 horas, tuvo intensidad de X en Cartago y VII en San José.
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Figura 2. Registro del sismoscopio (Péndulo Trifilar) ubicado en el Observatorio Nacional para el terremoto del 4 de marzo de 1924 (Diario de Costa Rica, 6 de abril de 1924). | | |
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Los
relojes de la capital se pararon después del temblor así: 4:10 La Dolorosa;
4:07 La Catedral; 5:07 el de la Fábrica Nacional de Licores; y a las 4:07 el de
La Merced. Desde esa hora se lanzó la población capitalina a la calle. Los
automóviles entraron en actividad, recorriendo las calles con los curiosos que
deseaban tomar una idea de los desastres ocasionados.
A las
4:35 hubo uno de intensidad III y otro a las 5:10 de intensidad IV, con el cual
se apagó el alumbrado particular. A las 5:44 hubo otro de intensidad VI, de
sacudida violenta; y un segundo, de intensidad VII a las 5:45 a.m. Antes del
amanecer ya muchas familias que habitaban casas de ladrillo buscaban refugio en
las casas de amigos o familiares que ocupaban casas de madera. El comercio
popular señalaba la zona de Alajuela como la más afectada.
Se
calcula que los daños ocasionados por estos temblores, en esta capital, no se
reparan con cinco millones de colones. Más de doscientas casas quedan
inutilizables. La Cruz Roja fue instalada en la Plaza de la Artillería. Se
acondicionó de teléfono y de todo lo necesario para el caso. Los miembros
activos de ese cuerpo recorrían las calles de la capital debidamente
uniformados, a fin de prestar sus servicios en caso de necesidad.
Entre
los edificios dañados está el que ocupaba el Ministerio de Guerra o Secretaría
de Seguridad Pública, como ahora se dice. En la Penitenciaría, un fortín quedó
casi destruido, en la cama del comandante, Coronel don Rogelio Troyo, cayó un
trozo de pared, pero él estaba en Cartago. También, la casa de detectives de la
Oficina de Detectives, quedó en mal estado. La Dirección se ha instalado provisionalmente
en la casa del Coronel Pinaud.
También
han sufrido grandemente los dueños de establecimientos de licores. En el Paso
de la Vaca, donde los Solera, cayeron los estantes con todas las botellas.
También en la pulpería de Víctor Zúñiga, al norte del Mercado. De las pulperías
del Mercado salían por las rendijas de las puertas los licores y vinos en
chorros. Nuestro Teatro Nacional, la obra que nos envanecía a todos, ha quedado
arruinado. En el exterior, la estatua de Calderón de la Barca, salió casi una
cuarta de la peana y se abrió en dos partes. En el foyer hay unas columnas
tronchadas. Bombillas quebradas ni se cuentan. Se produjo un incendio, del lado
Este, pero fue apagado inmediatamente. Parece que habrá necesidad de hacer
grandes y costosas reparaciones.
En
Desamparados, más de diez casas quedaron con los techos hundidos. En Aserrí hay
grandes pérdidas en locales comerciales. En Santa Ana se cayeron varias casas y
la Iglesia de Escazú quedó inclinada al lado sur.
Villa
Colón en estado ruinoso; la Iglesia y demás edificios dañadísimos. Desde
Puriscal se informa que desde las cuatro de la mañana se está bajo una crisis
sísmica, iniciada con un movimiento terrestre formidable, con caracteres de
terremoto. Desde eso hora tiembla cada dos o tres minutos, a veces fortísimo.
La alarma es general. Todo el comercio y las oficinas públicas están cerradas.
Ricardo Brenes Argüello, finquero cuya finca está a cuatro horas al sur,
informa que, por aquellos lados, la cosa tuvo caracteres de cataclismo.
Reportes
de Heredia
Los
temblores de esta madrugada han sembrado pánico en esta población, pues estos
han tenido todo el carácter de verdaderos terremotos. Los edificios dañados son
muchos, pero los efectos se hacen más notables en la parte sur de la ciudad,
donde han caído casas, hundiéndose techos y dejando un estado de verdadera
ruina a gran número de gentes pobres. El viejo Fortín se rajó en dos partes y
se cree que habrá necesidad de apearlo.
En la Iglesia
del Carmen, se calculan en 30 mil colones los daños. En el cementerio se notan
los estragos desde la portada, que ha quedado en verdadero estado de ruina. En
muchas de las capillas de renombradas familias, los cadáveres han quedado al
descubierto. El enterramiento de dichos cadáveres se está practicando con
alguna dificultad por la escasez de peones de que dispone la higiene y a la
falta de una organización en estos casos de emergencia. En total se enterraron
nuevamente 70 cadáveres. El edificio del Mercado está todo en ruina y debe ser
demolido inmediatamente para evitar mayores perjuicios.
La
Basílica de Santo Domingo está en ruinas, habrá que demolerla y la Iglesia del
Rosario presenta serios daños. La estación de Echeverría, en San Joaquín, cayó
con los temblores, en San Francisco de Heredia cayeron varias casas.
Reportes
de San Ramón, Orotina, San Mateo y alrededores
San
Ramón, Orotina y San Mateo son los pueblos más perjudicados con los temblores y
se cree que el epicentro de los temblores está en Orotina, y hay quien opina
que son dos los epicentros.
El Río
Grande tuvo una gran crecida, la cual arrastró al ganado vacuno y porcino de
muchas fincas, entre otras, el de Las Trojas, propiedad de don Arturo González.
En algunos sitios de ese río hierve y arroja un olor pestilente, que se dice es
lava que arrastra dicho río. En el camino de Pigres se han abierto grandes
grietas, en las que cabe la mitad de una persona.
En Orotina
las casas de madera están partidas en dos. Cayó el Hotel Ceregatti y otros
edificios. La cárcel totalmente destruida. La baranda de la iglesia parroquial
fue partida como con sierra. Hay casas que se ladearon y están enterradas
diagonalmente. Hubo muchos golpeados. Los vecinos están a la intemperie sin recibir
socorro alguno. Se han visto hundirse algunas colinas de las montañas próximas.
Urge enviar lo más pronto posible un cirujano a Orotina. Aunque son pocas las
personas lesionadas hay dos de bastante gravedad, con peligro de gangrena, una
de ellas es la señorita Anita Caballero, una turista colombiana que estaba
visitando a su hermano (El Cura) en San Mateo (falleció posteriormente el 7 de
marzo en el Hospital San Juan de Dios). En San Mateo se cayó la Iglesia, la
cúpula se fue encima de la Casa Cural, habiendo quedado golpeados el señor cura
Miguel de J, Caballero y varios de su familia.
Figura 3. A- Casa Cural de San Mateo. B-Casa de José María Vargas a la izquierda, y al fondo la casa de Cenobio Vargas en Orotina. C- Detalle del colapso de la pulpería de don Cenobio Vargas.
Don
José González, maquinista de la locomotora N°17 estaba en Orotina durante los
temblores del marte. Con él, llegaron a la capital, de los primeros, Faustino
González y los brequeros Octaviano Porras y José Granados. Se vinieron a pie a
tomar el tren en Atenas. Encontraron aterrada la línea desde el kilómetro 61,5
al 43. En Concepción las familias huyeron a Escobal, dejando sus casas destruidas.
Hasta el tanque de agua quedó roto en muchas partes. En el kilómetro 43 estaban
volando con dinamita una piedra de 12 toneladas. Los rieles quedaron partidos
en muchos pedazos. En Concepción, en el kilómetro 60,5 se partieron los cerros
que van a terminar a la Mina de San Juan Dos. Fue extraído de una grieta un individuo
que al huir cayó en la cima. Esto aconteció en el Cerro del Muerto.
Figura 4. Oficina del Telégrafo después del terremoto en Orotina.
La
locomotora N°18 cuando el primer temblor, llegaba al Tajo de Florencia, y al
producirse el segundo, venía a la mitad del puente de Río Grande. Las dos veces
tuvo que parar el tren porque la locomotora se bambaleaba.
Las pérdidas
en San Ramón han sido enormes en todo el cantón. El Palacio, la Iglesia, la
Escuela Superior, el Hospital y la Cárcel han sido totalmente destruidos.
Veinticinco edificios particulares se han derrumbado en el centro, e infinidad
en los distritos del Norte; de Zarcero y Naranjo se reciben noticias
alarmantes. Las pérdidas de aquí pasan de millón y medio de colones. Desgracias
personales afortunadamente no hubo ninguna.
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