Informe de avance sobre la actividad sísmica y eruptiva del volcán Turrialba (Costa Rica): mayo de 2016
Informe de
avance sobre la actividad sísmica y eruptiva del volcán Turrialba (Costa Rica):
mayo de 2016
Elaborado
por: Dr. Mauricio M. Mora F.
Luego
de la actividad eruptiva registrada entre el 30 de abril y el 8 de mayo del
2016 la actividad sísmica se mantuvo a un nivel alto, caracterizado por
eventos: de baja frecuencia (LP’s), eventos de muy baja frecuencia (VLP’s) y
volcano-tectónicos (generados por ruptura frágil) muy superficiales (Figura 1).
En
este contexto, ocurre la erupción del 12 de mayo de 2016 a la 01:19 a.m. la
cual generó una columna eruptiva de al
menos unos 3 km de altura y proyectó bloques hasta unos 400 a 500 m de
distancia del cráter activo según reportes del Observatorio Vulcanológico y
Sismológico de Costa Rica (OVSICORI-UNA). Asimismo, generó una corriente de
densidad piroclástica que alcanzó casi 500 metros de distancia, en dirección
este, hacia el cráter Central y Este. La señal sísmica asociada con esta
erupción inició a las 01:18:01 a.m. con un evento tipo LP (largo periodo)
seguido de un tremor de baja amplitud (Figura 2).
La pluma de ceniza se empieza a observar por encima del borde del cráter activo a las 01:19:11 a.m., lo cual coincide con el primer aumento de amplitud de la señal y el final de un pequeño pulso de muy baja frecuencia (Figura 2D1 y 2D2). Un segundo aumento de la amplitud de la señal ocurre a las 01:19:51 al mismo tiempo que se registra un pulso a muy baja frecuencia de gran amplitud (Figura 2D3). El tercer pulso ocurre a las 01:20:43 marcado por una señal a muy baja frecuencia y el aumento de la amplitud del tremor (Figura 2D4 y 2D5), lo cual corresponde con el inicio del intervalo de mayor explosividad y mayor proyección de balísticos, que se extenderá hasta las 01:21:34, cuando se alcanza el clímax de la erupción e inicia el colapso de la columna eruptiva que generará la corriente de densidad piroclástica (Figura 2D6).
La energía sísmica
de este evento fue muy superior a las calculadas para las erupciones ocurridas
durante el 2015 pero menor a la explosión ocurrida el 31 de octubre de 2014
(Figura 3).
Posterior
a la erupción del 12 de mayo de 2016, el nivel de actividad sísmica se mantuvo
a un nivel similar al registrado antes de dicha erupción, con algunos picos de
tremor como el ocurrido entre el 16 a mediodía y hasta las 09:00 del 17 de
mayo, durante el cual se mantuvieron emanaciones de ceniza frecuentes (Figura
1). El 17 de mayo, a partir de las 18:00 horas se registró un incremento en la
amplitud y número de eventos VLP’s y alrededor de las 23:00 horas del mismo día
le siguó un aumento en la amplitud del tremor volcánico con una banda de
frecuencia de 2 a 10 Hz. A las 10:20 horas del 18 de mayo empiezan a ocurrir
emanaciones intermitentes de ceniza, acompañados por sismos de doble fase. A
partir de las 11:04 a.m. inicia la erupción sostenida, con pulsos iniciales no
explosivos pero si energéticos. Alrededor de las 11:48 hubo una primera
intensificación de la actividad (Figura 4).
A las
12:56 se generó una pequeña explosión que proyectó balísticos cerca del borde
este del cráter activo y mantuvo un chorro vertical por una decena de segundos
(Figura 5).
La
erupción se mantuvo de forma sostenida hasta las 14:30 horas cuando la amplitud
del tremor disminuyó así como el volumen de descarga de ceniza. El tremor que
acompañó la erupción inició como como un tremor espasmódico con una banda de 2
a 10 Hz, el cual fue evolucionando hacia una frecuencia dominante a 2,4 Hz. Al
final de la erupción se registraron varios episodios de tremor armónico con una
frecuencia fundamental de 0,7 Hz no estacionaria (Figura 6).
Conclusiones generales:
La
condición actual del volcán Turrialba es totalmente normal y propia de un
volcán que, en estos últimos 17 años pasó de una condición de reposo a una
condición activa y, en consecuencia, ha implicado la apertura de conductos y
pasos por los cuales el magma ha podido ascender paulatinamente hasta
profundidades muy someras (< 1 km) y en las que cuando entra en contacto con
el sistema hidrotermal o bien se da la acumulación de gases magmáticos, se
genera la actividad eruptiva. En cada ciclo eruptivo el volcán evoluciona,
cambia su condición interna hacia la de un sistema cada vez más abierto, por lo
que los pequeños cuerpos de magma pueden subir más fácilmente y, en
consecuencia, le permite al volcán entrar también más fácilmente en erupción.
Por lo anterior, los escenarios esperables son:
1.
Que el volcán Turrialba continué evolucionando hacia una condición totalmente
abierta en donde pueda alcanzar el escenario esperable similar al de la última
erupción histórica en el siglo XIX, durante la cual generó erupciones mayores
(columnas eruptivas de hasta 5 km) y más voluminosas comparadas con las que se
han observado hasta el momento. Si se dirige a este escenario, las áreas
afectables esperadas más severamente estarían en 2 km a la redonda, y
particularmente hacia el oeste, según los escenarios de Soto (2012).
2. Que continúe su actividad en ciclos eruptivos hasta
que de nuevo entre en reposo sin que necesariamente llegue a una erupción
mayor.
Ninguno
de los dos escenarios se puede pronosticar, por lo tanto la auscultación
constante, el avance en la investigación y la mejora de los sistemas de
monitoreo son fundamentales para entender la dinámica del volcán Turrialba.
Durante
la primera etapa del presente ciclo eruptivo (Figura 1) la afectación se
concentró en el flanco sur del volcán Turrialba, debido a la dirección
predominante de los vientos desde el norte que prevaleció durante esos días.
Esta afectación si bien no es frecuente y obedeció a condiciones climáticas
particulares, no es ajena a los estudios de amenaza volcánica del Turrialba y,
por lo tanto, era un escenario previsto según los mapas de peligro volcánico
elaborados por Soto (2012). Las condiciones de viento posteriores retomaron el
rumbo habitual y dominante hacia el Suroeste con alguna variabilidad hacia el
Oeste e incluso al Noroeste. Esta condición generó, aunado a la altura de la
columna y energía, el fuerte impacto en el Valle Central de la erupción del 12
de mayo de 2016. Durante la erupción del 18 de mayo las condiciones de viento
prevalecientes hacia el Oeste y Suroeste aunado a la baja energía de la
erupción propiciaron una importante descarga de ceniza hacia el sector de La
Picada y La Silvia, así como en La Central.
Se agradece al Geól. Gerardo J. Soto las sugerencias, comentarios y
discusiones que, de forma desinteresada, ha compartido y aportado sobre este, y
anteriores informes así, como de la actividad eruptiva. De igual manera, se
agradece las discusiones y numerosos intercambios de información y experiencias
con el Dr. Javier Fco. Pacheco, Dra. María Martínez, Dr. Cyril Müller, Dr.
Geoffroy Avard, y Dr. Marteen de Moor del OVSICORI-UNA. Estas discusiones han
propiciado un crecimiento científico importante. Sin duda alguna, el aporte del
Ing. Luis Fernando Brenes, Jean Paul Calvo y el Geól. Wilfredo Rojas Q. para el
mantenimiento de la instrumentación, adquisición de datos y conectividad es
fundamental, así como el trabajo de la Geol. María Cristina Araya en el
mantenimiento de los sistemas de adquisición de la RSN. Este trabajo está
soportado por los proyectos de investigación: “Patrones sísmicos: una ventana a
la compresión de la dinámica interna de los volcanes activos de Costa Rica”
(N°113-B4-082) y “Geofísica y geodinámica interna del arco volcánico en Costa
Rica” (N° 113-B5-A00), inscritos en la Vicerrectoría de Investigación de la
Universidad de Costa Rica. El mantenimiento de la red sísmica a nivel nacional,
de la cual las estaciones volcánicas son parte también, es soportado por el
proyecto “Vigilancia sísmica de Costa Rica” (N°113-B5-704) también de la
Universidad de Costa Rica.
Referencias
Lesage, P. (2009). An interactive MATLAB
software for the analysis of seismic volcanic signals. Computers
and Geosciences, 35 (10), 2137-2144.
Soto
G.J. (2012). Preparación de mapas de peligros volcánicos y restricción de uso
de la tierra en el volcán Turrialba. Informe final. FUNDEVI. San José, Costa
Rica. (p. 186).
Agradecimientos
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