LAS ERUPCIONES DEL VOLCÁN POAS 1905-1910
LAS ERUPCIONES DEL VOLCÁN POAS 1905-1910
Por J. Rudín, Anastasio Alfaro, Gustavo Michaud y A.
Rudín
Periódico El día, N° 1258, 26 de enero de 1905 y
otras fuentes desconocidas de 1910
EL
POÁS EN ACTIVIDAD
Contra la opinión de la mayoría de las
gentes que tienen de creencia de que este volcán está apagado, podemos hoy
asegurar todo lo contrario.
En la excursión científica a esta
montaña, efectuada por don Fidel Tristán hijo y algunos otros profesores del
Liceo de Costa Rica, se ha llegado al convencimiento de que el Poás está en
completa actividad, pues ha arrojado grandes cantidades de cenizas y altísimas
columnas de vapor, que se han observado desde esta capital (San José) por don
Pedro Nolasco Gutiérrez.
Quiera él que todo lo puede, entregar
esta montaña en brazos de Morfeo para “sécula seculorum”.
GRAN
ERUPCIÓN DEL CENIZA DEL VOLCÁN POÁS, 25 DE ENERO, 4:55 p.m.
El día 25 de enero, poco antes de las
cinco de la tarde, se vio desde San José una inmensa columna, al parecer de
humo, pero que en realidad era agua mezclada con cenizas, la cual se elevó
sobre la cima del volcán Poás, a una altura que hemos podido estimar en 4000
metros, y que luego, por la evaporación, se fue ensanchando hacia los lados y
hacia arriba hasta la prodigiosa altura de 8000 metros próximamente. La ciudad
de San José se llenó de gente en las calles para observar el espectáculo hasta
entonces nunca visto de tal magnitud. La columna en un principio apareció de
color oscuro intenso, y luego, por la evaporación, se formó la inmensa nube, de
un tinte gris claro, que iba extendiéndose y cambiando de matices lentamente.
La forma aparente era la de una coliflor deshojada, de colosales dimensiones,
ancha arriba y descansando sobre una base relativamente delgada: un joven
aficionado a la fotografía, don Manuel Redondo, tuvo la fortuna de tomar una
vista desde la plaza de la artillería en el momento de la erupción, cuya copia
acompañamos a este informe. Poco a poco los vapores fueron ascendiendo y se
extendieron horizontalmente, hasta tomar la forma de un paraguas de muchos
kilómetros de diámetro. Movida esa nube por los vientos superiores, se extendió
por toda la meseta central, y produjo la lluvia de cenizas a que nos referimos,
entre las 6 y las 8 de la noche del 25 de enero. Según observaciones
posteriores practicadas en San José, en San Pedro de Poás y en la cima del
volcán, no sería exagerado asegurar que la cantidad de cenizas arrojada por el
Poás en la tarde del 25, puede estimarse en 800000 metros cúbicos, con un peso
de 640000 toneladas, o sea una cantidad suficiente para cubrir toda La Sabana
con una capa de un metro de espesor.
Erupción del volcán Poás del 25 de enero de 1910, vista desde la Plaza de la Artillería en San José. |
Por comisión del Ministerio de Fomento,
salimos de esta ciudad en la mañana del 28 y pudimos observar que la cantidad
de ceniza aumentaba progresivamente hasta cubrir los campos de cultivo en la
región de San Joaquín de Heredia, con una débil capa de color gris, como si
intencionalmente hubiesen regado en los cafetales, el conocido abono Albert.
Los flancos de los caminos en Alajuela y sus alrededores estaban regados de
ceniza, y daban en la sombra un aspecto precioso, como si fueran rocas de
aluminio. El aspecto entre Alajuela y el río de Poás parece uniforme, lleno de
pequeñas vertientes que hacen un camino accidentado de altos y bajos hasta
llegar a la orilla del río.
A partir de este lugar se asciende
siempre hasta llegar a la villa de San Pedro que se halla a una altura de 1120
m. Desde San Pedro continuamos nuestro viaje, por la tarde, para llegar a
dormir a La Lechería, que se halla a una altura de 2200 m, tanto esa parte del
camino, como la que sigue dela Lechería al volcán, es difícil transitar por el
estado de abandono en que se encuentra y por lo fuerte de las pendientes, casi
en toda su extensión. Siendo el volcán de Poás uno de los encantos naturales
que posee Costa Rica, de mayor importancia, convendría mantener en buen estado
ese camino, porque seguros de que muchos extranjeros vendrían a este país,
aunque no tuviera otro atractivo que la visita del precioso volcán. Una vez
abierto el camino, y mantenido en buenas condiciones, cosa que puede hacerse
con poco gasto, por tratarse de 20 kilómetros próximamente, los particulares
establecerían habitaciones en el trayecto, y en la cima misma podría
establecerse un alojamiento cómodo para los viajeros que, hoy por hoy, se
hallan expuestos a las inclemencias del viento, del frío y de la lluvia, por no
haber otro abrigo que el que proporciona la montaña misma.
En la mañana del 29, al salir el sol,
emprendimos el ascenso a pie, y llegamos al cráter a las 9 de la mañana. En
todo ese trayecto se nota la caída de pequeñas piedras en bastante abundancia y
según nos dijo la gente que habita en La Lechería, estas piedrecillas
produjeron al hacer, la impresión de una fuerte granizada; algunas de estas
piedras alcanzan un diámetro de uno a dos centímetros. En la montaña del alto,
se encuentra piedrecillas diseminadas con frecuencia sobre las hojas de los árboles
y arbustos, que al sacudirse con el viento o intencionalmente con la mano,
caían sobre el suelo. Al día siguiente de la erupción, a las siete de la
mañana, según pudo observar uno de nosotros, el potrero grande del alto estaba
cubierto de una espesa capa de escarcha; los cristales de hielo formados en las
ramitas y las hojas de la hierba llegaban a tener de 5 a 8 mm de longitud y el
aspecto general que daban los pastos era verdaderamente encantador; esta
escarcha se debió al exceso de frío en la noche del 25, descenso de temperatura
que también parece haberse sentido en la mesta central; pero estamos seguros de
que esto no ha tenido relación con la erupción misma, pues la nube arrojada más
bien debía haberse impedido la irradiación terrestre, produciendo tal vez el
descenso de la temperatura el viento NE, que sopla con frecuencia en esa época
del año.
Ya cerca del segundo potrero, se
encuentran algunos pedazos de piedra de tres a cuatro centímetros de grueso,
los cuales son generalmente livianos y porosos. En la proximidad del cráter han
caído algunas piedras que van aumentando en tamaño y abundancia, a medida que
uno se acerca a las orillas del cráter mismo. En la mañana del 26 se encontraba
este cubierto enteramente por una capa de ceniza uniforme, que le daba un
aspecto de lo más extraño para las personas acostumbradas a admirar sus matices.
Posteriormente, el viento y el agua han limpiado algunos lugares, mostrando
manchas de otros colores que rompen la monotonía del conjunto. La primera
impresión que se recibe al llegar al cráter es que la laguna del fondo se ha
agrandado sin que sea posible decir cuánto, ni tampoco por qué lado. De la
comparación cuidadosa, entre fotografías tomadas por nosotros y las fotografías
anteriores, se desprende que ha desaparecido la mayor parte de la playa que
existía al SW, debido esto, probablemente al cambio de nivel de las aguas, que
pueden haber sido de algunos metros, y que se prueba por haberse sumergido
algunas rocas que no han cambiado de aspecto. Por la falta de observaciones
anteriores a la erupción del 25, no podemos precisar si este cambio se debe a
la erupción misma, o si, lo que es mucho más probable, sea simplemente
consecuencia de las fuertes lluvias de los dos últimos años. Es muy posible que
antes de la erupción, el cráter tuviera una cantidad de agua mucho mayor, y
hasta hay la posibilidad de que esta fuera la causa de la erupción tan
extraordinariamente fuerte, viniendo a ser así una especie de desahogo de las
aguas y materias arrastradas por la misma lluvia. Pudiera también suceder que
el fondo del cráter haya adquirido una profundidad mucho mayor en los cañones interiores,
lo cual tendría por consecuencia un cambio en su régimen, produciendo en
adelante erupciones más fuertes que en años anteriores, pero más espaciadas
unas de otras. Además, ha habido derrumbes de alguna consideración por el lado
norte, habiéndose encausado la laguna caliente en esa dirección en cantidad
apreciable. A causa de la falta absoluta de un mapa de los playones, no podemos
decir si los derrumbes solo abarcaron la parte inferior de los acantilados o si
han empezado desde lo alto.
Vista del cráter del volcán Poás después de la erupción del 15 de enero de 1910. |
Todos los alrededores del cráter han
recibido ceniza en forma de lodo, pues se ven señales de que este ha corrido
sobre las ramas, cubriéndolas hasta su parte inferior. De las observaciones
hechas al día siguiente de la erupción, parece que los playones y las colinas
del norte, han recibido una cantidad mayor de cenizas que la que cayó al lado
sur. También es de notarse que el lodo cayó en zonas que irradian del cráter en
bandas irregulares: parece que el lodo ha salido en chorros separados unos de
los otros que han tomado distintas direcciones, fenómeno que ya se ha observado
antes en otras erupciones menores.
Hasta una distancia que varía entre 150
y 200 metros del borde superior del cráter, han caído numerosas piedras cuya
estructura y naturaleza se verá más adelante; las hay de todos tamaños, desde 5
hasta 48 cm de espesor, algunas livianas, pero la mayor parte de consistencia
maciza y pesada. Casi todas han caído con dirección inclinada hacia afuera,
describiendo en su trayectoria una parábola, como puede comprobarse por la
dirección de los huecos en que están sepultadas, también han debido caer desde
una gran altura, porque las grandes desfondaron el terreno a más de un metro de
profundidad y han tenido fuerza para trozar raíces y romper sin dificultad,
ramas más gruesas que el brazo de un hombre, entrando todavía a considerable
profundidad en el suelo; su distribución no es uniforme, los huecos abundan al
lado SW, mientras que por el SE, hacia la laguna fría, se vuelven cada vez
menos numerosos, hasta desaparecer por completo en esa dirección. No sabemos si
también habrán caído en los playones del NE, pues el tiempo no permitió la
exploración por aquellos lugares.
Caída de bombas volcánicas durante la erupción del volcán Poás el 25 de enero de 1910. |
En la laguna fría debe haber caído una
gran cantidad de lodo y de cenizas, hasta el punto de que en la mañana del 26,
su hermoso color azul se había transformado en un verde sucio, y el agua tenía
un sabor agrio tan pronunciado que no podía beberse, Las aguas en sus orillas y
en el pequeño río Ángel presentaban un color lechoso, sucio y arrastraban bastantes
cenizas en suspensión. El 27, según nos aseguraron otros excursionistas, el
agua había recobrado ya su transparencia y color naturales, y en ese estado la
encontramos a nuestra llegada el día 29. Esta purificación tan rápida, no puede
atribuirse a la acción del desagüe, por ser un caudal insignificante; es más
probable que las sustancias extrañas se difundieran por toda la masa, perdiendo
así su fuerza. Fuera de estos cambios pasajeros no hemos notado ningún cambio
en la configuración de la laguna, ni en la dirección del desaguadero; tampoco
ha sufrido nada la cortina de roca dura que separa la laguna de la olla del
cráter, y por lo mismo no debe temerse la irrupción de aquella en el cráter
vivo. Como objeto de ornato para la laguna fría, pudiera tal vez bajarse el
nivel del desaguadero en una pequeña distancia y con un gasto insignificante,
obteniendo con esto, bajar el nivel de la laguna en un metro próximamente o
algo más, lo que haría aumentar las playas, mejorando con mucho el aspecto
general de aquel precioso panorama.
Erupción del volcán Poás antes de 1910. |
Desde el día 25, el volcán ha estado en
calma absoluta; ni nosotros, ni ninguno de los numerosos excursionistas que han
subido después, han notado la menor erupción. El hecho de haber arrojado
cenizas el volcán de Poás no es un fenómeno absolutamente extraño: hace como 30
años, una erupción de cenizas llegó hasta San Pedro de Poás, cubriendo las
hojas de los cafetos hasta el extremo de poderse dibujar sobre ellas. Hace
pocos años, la erupción de cenizas fue tan fuerte en los alrededores del
cráter, sobre la vereda que conduce a la laguna fría, que se formaban
verdaderos montones sobre las ramas de los arrayanes, a tal extremo que se
desgajaron estas por su peso; pero las columnas observadas, en ningún tiempo
han sido tan altas que pudieran extenderse las cenizas más allá de las faldas
del volcán, como se vio en la tarde del 25.
Omitimos dar una descripción detallada
de la masa del Poás desde el punto de vista geográfico, por haberse publicado
los datos en diversos informes de años anteriores, y porque la comisión que se nos
dio es el estudio de un fenómeno especial. Las cenizas examinadas se componen
de una parte soluble en el agua y de un residuo insoluble. A la parte soluble
se deben los fenómenos de corrosión de los vegetales y las manchas sobre la
ropa. Para estudiarlas se lavaron cenizas con una pequeña cantidad de agua y se
filtraron; el líquido transparente tenía olor a anhídrido sulfuroso y un sabor
astringente. Unas gotas vertidas en tintura de tornasol la enrojecían; con el
cloruro de bario dio un precipitado abundante, insoluble en ácido clorhídrico.
Con el nitrato de plata no precipitó. Con el amoniaco se obtuvo un precipitado
gelatinoso, que resultó ser una mezcla de hidratos de aluminio y de hierro. Con
el oxalato de amonio agregado a una parte del líquido, neutralizado, se obtuvo
un precipitado débil. Con el ferrocianuro de potasio dio un color azul débil;
con el ferrocianuro, un color azul intenso; con el tanino un color negro.
Este examen revela la presencia en las
cenizas de anhídrido sulfuroso, ácido sulfúrico, que siempre se forma cuando el
anhídrido sulfuroso se encuentra en presencia del aire húmedo, de sulfato
ferroso, de sulfato de aluminio. Al anhídrido sulfuroso y al ácido sulfúrico se
deben los fenómenos de descoloración y corrosión de los tejidos y vegetales. Al
sulfato ferroso se deben las manchas amarillentas sobre la ropa blanca. Estas
manchas se quitan fácilmente lavándolas con jugo de limón mezclado con un
volumen de agua, luego exponiendo la ropa durante una hora por lo menos a la
luz directa del sol y lavándola por fin con agua pura.
Excepto en las inmediaciones del cráter, la caída de cenizas no ha sido suficiente para dañar seriamente los cultivos. Además, gracias a la gran solubilidad de las sustancias corrosivas, el rocío las arrastró en poco tiempo; en La Lechería, al pie del volcán, el ganado rehusó comer durante un día o dos, pero cuatro días después de la caída de cenizas, vimos las vacas comer con apetito. Es posible que el anhídrido sulfuroso y el azufre contenidos en las cenizas hayan perjudicado más a los insectos nocivos a la agricultura, que a los cultivos mismos. La presencia de ácido sulfúrico en cenizas volcánicas no es un hecho común; sin embargo, en agosto de 1852, una lluvia de agua y cenizas, cargada de ácido sulfúrico, arrojada por el Etna, ennegreció y destruyó la vegetación.
Fragmentos de vidrio volcánico, cristales
rotos de feldespato, una cantidad menor de cristales de magnetita y de augita y
una pequeña cantidad de azufre, se encontraron en la parte insoluble de las
cenizas. Algunas de las bombas volcánicas caídas en la vecindad del cráter
diferían de las lavas ordinarias por la presencia de una cantidad considerable
de azufre libre y de pirita, diseminados en el feldespato y en la augita. La
presencia de azufre en los bordes del agua caliente es otro distintivo del
Poás; hace pocos años la presencia de pedazos de ese mineral era tan abundante
que algunos vecinos de la villa de San Pedro se ocupaban en sacarlo para su
venta en las droguerías, considerando esto como un trabajo lucrativo.
Etiquetas: A. Rudín, Anastasio Alfaro, Erupción, Gustavo Michaud, J. Rudín, Volcán Poás, Waldo Taylor Castillo
1 comentarios:
Puedo Preguntar donde puedo ver los documentos originales? :) Me encantaría verlos
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