HISTORIA DE LA SISMOLOGIA EN COSTA RICA
HISTORIA DE LA SISMOLOGIA EN COSTA RICA
Geól., Luis Diego Morales
Modificado de la Revista de Filosofía, Universidad de Costa Rica.
Volumen XXIV, N° 59, 1984.
Introducción
Las condiciones geológicas de Centro
América son el resultado del desarrollo de una serie de procesos geofísicos
responsables de los temblores y las erupciones volcánicas que han afectado esta
región desde su más remoto pasado geológico, hace aproximadamente 70 millones de
años. Por lo tanto, nuestro país siempre ha estado expuesto a los fenómenos
sísmicos y es probable que así continúe por muchos millones de años más durante
su evolución geológica. Con el poblamiento de nuestro territorio surge la
posibilidad de tener datos o referencias sismológicas, pero en los documentos
conocidos de historia precolombina no aparecen referencias al respecto. Lo
mismo ocurrió durante la etapa de los descubrimientos y de la conquista (1905- 1575).
En un trabajo que recopila la información sobre temblores y
erupciones volcánicas en Centroamérica, y con base en su propia experiencia en El
Salvador, Montessus de Ballore, presentó los fenómenos sísmicos y volcánicos
que ocurrieron en esta región, poco antes de iniciarse la
conquista (1520), hasta 1884. Sin embargo, es sorprendente que en dos siglos, (desde
1520 hasta 1722) no se anote o describa ningún suceso en Costa Rica; mientras
que, durante este lapso, se produjeron ruinas y daños notables en las ciudades de
Guatemala (1541, Santiago de Guatemala; 1586, 1607,1651 y 1717 Antigua
Guatemala); en San Salvador, (1575, 1593
ó 1594, 1659, 1707 y 1719) y León de Nicaragua, (1528, 1609, 1651 y 1663). Es
probable que por haber sido la provincia de Costa Rica, la más pobre y
despoblada y con la ausencia de vías de comunicación y alejada del Reino de
Guatemala, cualquier suceso pasara inadvertido o bien, que no hubiera
ningún fenómeno sísmico o volcánico notable antes de 1722, período consignado por
Monseñor Thiel como el de los tiempos más oscuros y desconocidos de la historia
de Costa Rica, esto es, desde el descubrimiento (1502, y conquista,
hasta el final del siglo XVII (1700).
Sin
embargo, es probable que no hubiese ocurrido un temblor de gran intensidad,
aunque sí temblara; de modo tal que si hubiera ocurrido un
terremoto, los gobernadores y otros funcionarios lo habrían
consignado en sus informes, cartas o algún otro
documento de la época; o bien, habría formado parte de las tradiciones históricas.
La primera vez que aparece
en los documentos de historia patria una referencia a los temblores es en la gobernación de Gregorio de
Sandoval, y se cuenta de él que: construyó iglesias en los pueblos de indios
e "hizo reparar las de Cartago, que estaban dañadas a causa de
temblores", y reedifico las casas de Cabildo. Según
Cleto González estos trabajos se hicieron entre 1638 y 1640. ¿Cuándo ocurrieron
los temblores que dañaron las iglesias de Cartago? No aparece fecha precisa, ni
es posible determinarla exactamente por falta de datos, tal y como dice Cleto
González.
La
segunda ocasión en que aparece una referencia escrita
sobre los temblores en nuestro país es en
los protocolos de Cartago de 1678, en donde consta
que doña Inés de Cháves vende unas casas sitas
en dicha ciudad, que no puede mantener por "Haberse
deteriorado por causa de los temblores
que hubo por el año pasado de 78".
El 15 de marzo de 1719 el
gobernador don Diego de la Haya dirige al Rey un interesantísimo informe
a cerca de la provincia en el cual se lee
que: Y por tiempo nacen y proceden de este volcán
(Irazú) diferentes temblores que han arruinado
y maltratado sus templos y casas. Tenemos
aquí no sólo una tercera referencia a los
temblores y los daños causados, sino,
lo que es más importante aún, una
referencia a la causa u origen de los temblores: el
volcán, afirmación no siempre cierta. El día martes 16 de febrero de 1723 se inicia
un período de gran actividad del volcán Irazú, con
erupciones de cenizas y escorias, y
frecuentes temblores. El informe de Diego de la Haya sobre estos sucesos, contiene
detalles de interés científico e histórico.
Con Diego de la Haya se inician en nuestro país
las primeras observaciones sismológicas y vulcanológicas, con
descripciones referentes al origen, al
número y características de los temblores sentidos
y de los efectos producidos, así como sobre el comportamiento
de los pobladores y los falsos rumores sobre la destrucción de la ciudad, con una referencia
a San Gregorio Obispo, patrón de la ciudad, por
temblores. El miércoles 14 de julio de 1756 (día de San Buenaventura)
entre las 2 y 3 de la tarde, ocurre un fuerte temblor
de tierra que duraría como cuatro minutos y al cual siguieron
varias réplicas. Es este uno de los pocos temblores ocurridos en Costa Rica
durante el siglo XVIII, del que guardan recuerdo
nuestras crónicas y del cual se conserva
un acta.
En noviembre de 1781, la
Audiencia autorizó la reedificación de la iglesia parroquial de Cartago que se hallaba
arruinada por temblores de tierra. Sin embargo, no
se dice o sugiere cuándo ocurrieron.
Debido al fuerte temblor
del día 10 de abril de 1821 entre 3 y 4 de la tarde, el Cabildo, con
asistencia del gobernador Cañas, señaló el 2 de mayo para reconocer la
parroquia. Citó, entre otros, a maestros albañiles y
carpinteros para el reconocimiento. Es esta la primera referencia que tenemos
sobre una comisión de especialistas nombrada para reconocer
y evaluar los daños producidos por temblores en una estructura determinada.
En 1822 con el violento
temblor ocurrido entre 1:30 y 2 a.m. del día 7 de mayo (día de San Estanislao)
se lee en Cleto González que los documentos de la época
y las actas municipales de Cartago y San José tienen una descripción de los
daños, lugares afectados y del comportamiento de la población.
La primera destrucción de la
ciudad de Cartago ocurrió el 2 de setiembre de 1841, a
las 6:30 horas, con el llamado terremoto de San Antolín. Sufrieron
daños considerables Tres Ríos y Curridabat, San
Pedro y en menor grado San José. Es relevante el informe
que el 4 de octubre de 1841 dirigió el gobernador de Cartago Telésforo Peralta
al Jefe de Estado, describiendo el fenómeno y los daños causados, responsabilizando
al Irazú de tal desgracia. La
destrucción producida por el terremoto, 4025
casas inutilizadas en total, llevaron al Jefe de Estado, Braulio
Carrillo a tomar una serie de medidas en cuanto a construcción, por lo que
puede ser considerado como el primero en presentar un código sísmico. El
23 de octubre de 1841, aprobó unas instrucciones sobre construcción que tenían como fin
que se edificase con firmeza. En el prólogo dice: En un país rodeado de
volcanes, "donde con frecuencia se repiten los temblores de tierra",
es preciso poner al mayor esmero en la construcción de
edificios, para no encontrarse familias enteras repentinamente
sepultadas bajo sus ruinas.
El procurador de Cartago,
Francisco de Paula Gutiérrez, llevó nota de la actividad
sísmica, en donde consta que desde el día del terremoto (setiembre 2 de 1841)
continuó temblando por espacio de un año, 8
meses y 27 días, o sea hasta el 19 de mayo de 1843. La diferencia anotada fue que
en los últimos meses se sucedían con mayores intervalos, y eran de menor
intensidad, excepto uno que hubo el día 21 de marzo de 1842 que fue bastante fuerte
y ocasionó algunos daños en Alajuelita y otras poblaciones de San José.
Un fuerte temblor sacudió
al Valle Central el 28 de marzo de 1851 a las 7:15
a.m. afectando a San José, Heredia y sobre todo a Alajuela. En
la Gaceta No. 126 de 26 de abril, 1851
se publica un corto informe con la descripción de ese fenómeno y los daños
causados, agregando que aún no se sabe cuál volcán causó el terremoto. Se
observan en esta primera etapa descripciones cualitativas de los efectos y
daños causados por los temblores fuertes, la
falta de observaciones sistemáticas y una marcada tendencia a buscar en los
volcanes la causa u origen de los temblores. A escala mundial el desarrollo de
la sismología era también incipiente y lo más relevante eran las observaciones sistemáticas
que desde hacía muchos años venían haciendo chinos y japoneses.
Etapa II: 1852-1887:
Se caracteriza este
período por tener registros más detallados sobre el número de temblores en cada
año, con una enumeración más regular de los temblores sentidos, basados
en observaciones personales aunque sin instrumentos. La inmigración alemana de
1848 va a contribuir notablemente con el desenvolvimiento científico de Costa
Rica, y en lo que a la sismología respecta, merecen
destacarse los nombres de Francisco Kurtze, Fernando Streber, Francisco Rohrmoser y Federico Maison.
Dicen Kurtze y Streber
que: hasta donde alcanzan las tradiciones históricas, en
la época de tres siglos, sólo los cuatro siguientes
terremotos verdaderos, han hecho estragos en el país: el
terremoto del día de San Gregorio, entre los años 1680 y 1689 (podrían ser los del
año 1678 como ha sido referido en la primera etapa); el
de 1756, el día de San Buenaventura; el del 7 de mayo de 1822, (temblores de
San Estanislao); y el del 2 de setiembre de 1841, (terremoto
de San Antolín), que destruyó principalmente la ciudad de Cartago y la Villa de
la Unión (Tres Ríos). Nótese la costumbre de llamar el terremoto por el día del
santo en que ocurriera.
En 1864, el 25 de
setiembre, publica la Gaceta unas notas sobre la erupción de cenizas del Volcán
Turrialba, cuya actividad se extendió desde el 17 de agosto de 1864 hasta
mediados de marzo de 1865, con otra erupción más violenta tal vez, en
1866, la cual empezó el primero de febrero y fue acompañada de muchos
temblores (8 de mayo) que se sintieron hasta en San José.
En 1882, el
3 de marzo a las 7:48 horas, ocurre el temblor más importante de este período, el
cual fue sentido en casi todo el país, causando daños moderados en el Valle
Central y en Puntarenas. Con las contribuciones de Enrique Villavicencio, Guillermo
Molina y Pedro Nolasco Gutiérrez quien siempre hacía
correlaciones entre los temblores y las fases de luna, sin
encontrar ninguna relación, causa-efecto, termina este período de observaciones
personales, sin instrumentos y con detalle mensual de los temblores sentidos.
Etapa III: 1888-1920
Corresponde este período
con una de las crisis sísmicas más fuertes de nuestra historia y la más desastrosa
hasta el presente. Por decreto publicado en la Gaceta del 7 de abril de 1888, se
crea el Observatorio Meteorológico Nacional, se
nombra director del mismo al Dr. Henri Pittier, quien
era profesor de "Ciencias Físicas y Naturales" en el Liceo de Costa
Rica y estaba recién llegado de Suiza. En el mismo liceo comenzó a funcionar el
Observatorio y se instaló en ese año, en el piso bajo, un
sismógrafo Ewíng de doble péndulo (componentes
horizontales, N-S; E-W) y un sismógrafo de péndulo invertido que amplificaba seis
veces, dando inicio así a las primeras observaciones sismográficas
en nuestro país, las que fueron contemporáneas de otras estaciones 97 sismográficas
en Japón, Europa, y Estados Unidos.
El terremoto de Fraijanes
del 30 de diciembre de 1888 fue el primer gran temblor, en
ser registrado por los nuevos equipos sismográficos del Observatorio Nacional y
ocupó preferentemente la atención del Dr. Pittier, quien
publicó en los Anales del Instituto un interesante estudio (puede consultar la información en este mismo blog).
El 14 de enero de 1889
dirige Pittier un informe al gobierno sobre los fenómenos sísmicos y volcánicos
ocurridos en el Valle Central en diciembre de ese año. Este
informe presenta una serie de observaciones sobre los efectos del terremoto y
sus causas, y se destaca una referencia al poco cuidado con que se construyen
las casas rurales y aún las de las ciudades, a pesar de las tremendas lecciones
y avisos de la naturaleza, recomendando al gobierno ciertas normas para construcciones sismo-resistentes.
En el año de 1889, el
Instituto Meteorológico pasó a ser parte de una institución más amplia al fundarse
el Instituto Físico Geográfico, siempre bajo la dirección
de Pittier y con las siguientes secciones: el Observatorio Meteorológico (encargado
también de las observaciones sismológicas) el nuevo Servicio Geográfico, el
Museo Nacional y el Herbario Nacional. Es notable
durante 1889 el uso de la escala de Rossi-Forel para los datos de intensidad, según
consta en el informe anual que sobre los temblores presentó Pittier en los
Anales del Instituto.
El temblor de mayor
magnitud, (M= 7,75), del cual se tenga noticia en Costa Rica, ocurrió
un 20 de diciembre de 1904, cerca de la actual Villa Neily al sur este del país, en
la región fronteriza con Panamá. El 20 de enero de 1905, el
país fue sacudido por un violento temblor de intensidad VII u VIII
(Rossi-Forel) en San José.
En el año de 1910, un
25 de enero a las 4:45 p.m., se inicia una formidable erupción de cenizas del
Volcán Poás, la más grande de que se tiene recuerdo, sin embargo, durante
enero y febrero de este año, no se registraron temblores en los sismógrafos del
Observatorio. El terremoto del 13 de abril de 1910 a la 1:05 a.m., llegó
precedido por un violento temblor a las 00:37
a.m., y afectó sobre todo la región del Tablazo, al
sur de San José. El profesor José Fidel Tristán distribuyó una circular
a los telegrafistas, pidiéndoles
información sobre los temblores sentidos; con
los datos recogidos, logró determinar el área mesosísmica, o
sea la zona más afectada por el terremoto. Este
trabajo significó un paso adelante en los estudios sismológicos del país.
La mayor catástrofe
sísmica de nuestra historia, ocurrió
el 4 de mayo de 1910 a las 18:47 horas, con
la segunda destrucción de Cartago, por el llamado terremoto
de Santa Mónica.
Durante
los años de 1910, 1911 Y 1912 se publican muchos
artículos sobre temblores, donde se destacan los nombres de José
Fidel Tristán, Anastasio Alfaro y Gustavo Michaud, con publicaciones
en revistas de prestigio internacional como el Bulletin
of the Seismological Society of America y la Scientific American. También sale el extraordinario libro
de Cleto González Víquez, Temblores, terremotos, innundaciones y erupciones volcánicas
en Costa Rica, 1608-1910, y el
primer (y único) número de los Anales del
Centro de Estudios Sismológicos de Costa Rica, que
fue creado en octubre de 1911.
Para
el año de 1910 estaban en funcionamiento cuatro
sismógrafos, los dos del Observatorio Nacional
y uno instalado en la casa del profesor Juan Rudín y construido por él mismo
(también era un excelente constructor de telescopios), con un mecanismo
eléctrico que marcaba en el disco
horario la hora y duración de los temblores. El
cuarto sismógrafo estaba en el Colegio de Cartago
a cargo del Dr. Gustavo Michaud. Se registraban
los temblores sobre un disco, placa
o plancha de vidrio ahumado, donde
se marcaba el trazo de una aguja o pluma colocada en el extremo de
un péndulo invertido, colocado
en una caja de madera de aproximadamente
un metro de altura y una base rectangular de 40 a 50 cm.
El
Centro de Estudios Sismológicos (CES), tenía por objeto
recoger buenos datos de los temblores y ensanchar
en lo posible los estudios emprendidos
ya por el Observatorio Nacional y establecer
una red sismológica, para lo cual se dispuso la construcción
de algunos sismógrafos. Por el gran mérito que les corresponde, damos
los nombres de los miembros del CES: Cleto
GonzálezVíquez, José Fidel Tristán, Anastasio
Alfaro, Gustavo Michaud, Pablo Biolley C., Juan
Rudín, César Cots, Higinio Cots y Elías Leiva.
Lamentablemente, la actividad del Centro declinó rápidamente y de 1913 a 1920
se encuentran sólo esporádicos reportes y
algunas publicaciones, en especial una de Fidel Tristán, en
el boletín de la Sociedad Sismológica
de América, sobre el violento temblor de 1916 frente a las playas del Coco.
Etapa IV: 1921-1972:
Al abandonar el Instituto
Físico Geográfico las observaciones sismológicas al final de 1920, no
va a existir una institución nacional encargada de continuar
tan meritoria labor y el gran avance logrado en la etapa anterior se perderá.
Debe destacarse el hecho de que se necesitaban
nuevos equipos, pues los que existían eran muy viejos
o rudimentarios (observación ya hecha por don José Fidel Tristán y don
Anastasio Alfaro en 1910 y no existía personal dedicado y capacitado para
continuar con las observaciones y estudios sismológicos;
ni la voluntad política de hacerlo.
Con el terremoto (M= 7,0)
del 4 de marzo de 1924 (San Casimiro), ocurrido cerca de Orotina, y
que afectó todo el Valle Central, causando
daños y angustias entre sus moradores; volverá
a nacer la idea de continuar con la observación sismológica, la
prensa clamará por datos e informes, aparecen
unos cuantos artículos y pasada la crisis sísmica, el
olvido volverá de nuevo a la ciencia sismológica.
Con la llegada al país a finales
de 1931 del suizo, Dr. Pablo Schaufelberger (químico con cierta formación en geología), aparecen
nuevas inquietudes por la sismología, unas
pocas publicaciones y algunos datos sin continuidad. Al eliminarse el
presupuesto del Instituto Físico Geográfico en 1936, desaparece una de las
primeras instituciones geofísicas del continente. La
actividad se traslada entonces al Centro Nacional de Agricultura en San Pedro
de Montes de Oca donde a partir de 1936 y hasta 1943 se va a continuar con las
observaciones meteorológicas y menos regularmente con las sismológicas, El
Dr. Schaufelberger colocó entonces un equipo sismológico viejo, que
estaba sin trabajar en el Museo, en una pequeña casita
construida al lado oeste de lo que es hoy el Centro de Recreación y comedor estudiantil
de la Universidad de Costa Rica. A
la partida del Dr. Schaufelberger en 1938, continuó
con las observaciones el profesor Ricardo Mangel, quien
preparó tablas de datos que se publicaron en la revista del Ministerio de
Fomento.
Violentos temblores
sacudieron al país en 1939, 1940 Y 1941, con
magnitudes entre 6,5 y
7,5
causando daños. En 1944 se crea el Servicio Meteorológico y Sismológico
Nacional con sede en la Universidad de Costa Rica (Barrio
González Lahmann) y dependiente del recién creado Instituto Geográfico Nacional.
El primer director del Servicio lo sería el profesor
José Merino y Coronado, quien venía trabajando desde 1941 en la Escuela
Nacional de Agricultura. Los viejos equipos son retirados del servicio y se
instala en el sótano del edificio de la Universidad (donde hoy está el edificio
de la Corte Suprema de Justicia) un acelerógrafo, donado por el Servicio
Costero y de Geodesia de los Estados Unidos.
En mayo de 1948 quedó a
cargo de la dirección del Servicio Meteorológico y Sismológico el ingeniero Elliot
Coen P., quien fue su director hasta el año de 1968. En 1949 se eliminó la
partida del Servicio y vuelve a reanudar actividades en 1950, en la esquina
noreste del actual Museo Nacional (antiguo cuartel Bellavista), dependiendo
ahora del Ministerio de Agricultura e Industrias. El
acelerógrafo es trasladado al nuevo local donde dejaría de funcionar a partir
de 1952.
Con el terremoto de
Guanacaste (M = 7,7, octubre 5 de 1950) se inicia una crisis sísmica que
terminaría con el terremoto de Toro Amarillo (M = 5,8, setiembre
1 de 1955), sin lograr despertar un interés académico o político que favoreciera
el desarrollo de la sismología.
El Servicio Meteorológico
y Sismológico, bajo la iniciativa de Elliot Coen, inicia a partir de mayo de
1953 y hasta 1970, la obtención de datos sobre la intensidad (Mercali
modificada) de los temblores, mediante la distribución
de tarjetas de indagación a diferentes lugares del país. La
actividad del Irazú del año 1963 originó situaciones de emergencia que
motivaron la cooperación internacional, obteniéndose
una donación del Servicio Geológico de los Estados Unidos, que consistía de
tres estaciones sismográficas de tres componentes
y registro fotográfico, las cuales fueron instaladas a partir
del año 1965 con la colaboración de la
Oficina de Defensa Civil en La Lucha, Sanatorio
Durán y San Pedro de Poás. Esta pequeña red sismográfica
estuvo a cargo de la Dirección de Geología, Minas y Petróleo,
pero lamentablemente su operación fue muy irregular y no se conocen boletines o
informes sobre los sismos registrados.
Dos acelerógrafos (AR-240), fueron
adquiridos en el año de 1965 y 1967 por la Caja Costarricense del Seguro Social
e instalados uno de ellos en el edificio central de la Caja (avenida segunda) y
el otro en el Hospital México. Dichos instrumentos continuaron funcionando en
sus respectivos lugares, pero sus datos no han sido hasta ahora aprovechados.
Los estudios sismológicos y el viejo acelerógrafo
Montana, pasan del Servicio Meteorológico a la Dirección de Geología, Minas y
Petróleo en 1970.
La creación y apertura de
los cursos de geofísica, de la Escuela Centroamericana de Geología de la
Universidad de Costa Rica en 1970, será uno de los acontecimientos importantes
en el futuro desarrollo de la sismología en Costa Rica. Debido al interés
y diligencias del Dr. César Dóndoli, director
y fundador de la Escuela de Geología y ex director
de la Dirección de Geología, Minas y Petróleo,
se logró transferir el equipo sismológico de esta última
institución, a la Escuela de Geología en 1971. En
su informe de junio de 1972, el
Dr. Manuel Maldonado Cordel,
experto de la Organización de Estados Americanos,
recomienda a la Escuela Centroamericana de Geología de la Universidad de Costa
Rica, como sede para Centroamérica del Centro Participante
del Programa Multinacional de Ciencias de la Tierra (Sismología y Vulcanología).
Durante esta etapa
la sismología ha alcanzado un mayor desarrollo
mundial, tanto en las observaciones sismográficas
y procesamiento de datos, como en el conocimiento
de los fenómenos al interior de la Tierra.
Etapa V: 1973-abril de 2013:
El terremoto que destruyó
Managua el 23 de diciembre de 1972 (M = 6,2)
y el terremoto de Tilarán del 4 de abril de
1973 (M = 6.5), van a servir de catalizador para desarrollar las observaciones y los estudios
sismológicos en nuestro país. Con el apoyo de la Organización de
Estados Americanos (OEA), la Escuela Centroamericana de Geología organiza
en 1973 una red de estaciones sismológicas
alrededor del Valle Central,
contando con la asesoría de expertos
internacionales para la calibración de equipos, capacitación
de personal y cursos regulares de sismología. Mediante
dos becas para estudios de posgrado (maestría) en geofísica con especialidad en sismología, se
logró tener personal bien capacitado para la enseñanza e investigación
sismológica. Para disminuir las
posibilidades de pérdidas por terremotos, el Colegio Federado de
Ingenieros y Arquitectos estableció una comisión que
preparó un borrador del "código sísmico",
el cual fue aprobado en enero de
1974. Paralelamente, la Escuela de
Ingeniería Civil de la Universidad
de Costa Rica desarrolla actividades docentes y de investigación
en ingeniería sismo-resistente,
complementándose con el interés y dedicación de ciertas empresas privadas
en el campo del diseño y la construcción.
El departamento
de Geología del Instituto Costarricense
de Electricidad (ICE), en colaboración con la Universidad de Texas, establecieron en 1974
una red de estaciones sismológicas telemétricas en la región de la laguna de
Arenal y sus alrededores, donde se desarrollaría
el gran proyecto hidroeléctrico de Arenal. Esta red se extendió hasta cubrir
desde el Volcán Arenal, hasta la península de Nicoya, con
una muy buena resolución para la sismicidad del noroeste del país, pero
lamentablemente duró pocos años.
En el año de 1974 llegó al
país el sismólogo japonés Dr. Setumi Miyamura, quien se preocupó por estudiar
la sismicidad del país, por orientar y colaborar
con quienes trabajábamos en el campo de la sismología, tanto en la Universidad
de Costa Rica como en el Departamento de Geología del ICE. La
Escuela Centroamericana de Geología con el apoyo del Instituto Panamericano de
Geografía e Historia de la OEA, organiza en la Universidad
de Costa Rica el primer seminario latinoamericano sobre "riesgo sísmico y
volcánico" en julio de 1975. Dicho evento constituyó un
éxito y un estímulo para seguir adelante. La sección de Sismología y Vulcanología
de la Escuela de Geología UCR, publica su primer boletín sismológico
en setiembre de 1975 para intercambio de datos con otros centros sismológicos
internacionales. A fin de satisfacer el interés de los medios de comunicación,
estudiantes y público en general, se
publica un boletín mensual para la divulgación de los temblores sentidos y de
la actividad volcánica en general, a
partir de julio de 1976. Los dos boletines, el sismológico y el de divulgación, continúan
publicándose regularmente. El Colegio de Geólogos organizó un
seminario sobre la investigación sismológica en Costa Rica, en
abril de 1976, con sede en la UCR, donde
se dan a conocer los programas, avances de los proyectos y los resultados
obtenidos a escala nacional en el campo de la sismología y la ingeniería
sismo- resistente.
Con el programa de
cooperación entre la Escuela de Geología y la OEA, se
logró para el año 1976 obtener nuevos equipos y la llegada de dos expertos, el
Dr. James Dewey y el especialista en equipos sismológicos, Ing.
William Strahle. En colaboración con el Dr. Dewey, se
puso en marcha un programa de computación (HYPO71) para localizar hipocentros y
otros datos sobre los temblores, con lo que se logran las primeras
localizaciones instrumentales por computadora en Costa Rica. El ingeniero
Strahle y el técnico de la sección instalaron las nuevas
estaciones de San Ramón (tres componentes) y Volcán Poás (una componente), mejoran
y calibran las estaciones sismográficas de San José (UCR) (tres componentes),
Sanatorio Durán (tres componentes) y la Lucha (tres componentes), con
lo cual se logra expander y mantener en correcta operación la red sismológica
del Valle Central, a la que se agrega un acelerógrafo (SMA-l) instalado en la
planta baja de la escuela, los dos de la Caja y dos (SMA-l)
en el nuevo edificio del Instituto Nacional de Seguros (INS), a los
que la sección prestaría servicios técnicos para su mantenimiento y operación. En
el año de 1977 es aprobada una ley que le da carácter legal al código sísmico. Durante
este mismo año, el INS contrata un estudio sobre el seguro contra terremoto, el
cual es presentado por Sauter y asociados en setiembre de 1978 y, después
de unos años, se tiene la cobertura contra terremoto.
El profesor Miyamura
vuelve a Costa Rica en 1978 y colabora estrechamente con la Sección de
Sismología en la UCR. Por acuerdo del Consejo Universitario de la UCR, se crea
el Centro de Investigaciones Geofísicas (CIGEFI), en febrero de 1979, como
una unidad de investigación científica interdisciplinaria, una de cuyas
actividades es la sismología. Con estaciones
sismográficas portátiles de alta ganancia (MEQ-800), a
partir de 1979 en la sección de Sismología y Vulcanología de la UCR, se
iniciaron estudios sobre la actividad de microtemblores en áreas tectónicas y
volcánicas de interés, sobre todo en los alrededores del Valle Central. Durante
los meses de noviembre y diciembre de 1980, la
sección de Sismología y Vulcanología de la Escuela de Geología de la UCR, en colaboración con especialistas italianos de la
Universidad Nacional (UNA), coloca una red de estaciones sismográficas
portátiles en el cráter del Volcán Poás y se obtienen así las primeras
localizaciones instrumentales de temblores en este macizo volcánico.
Un programa de
colaboración institucional para la observación sismológica del país se pone en marcha
en 1982. Participan el departamento de Geología del ICE, el
programa de investigaciones vulcanológicas de la Escuela de Geografía de la UNA,
y la sección de Sismología y Vulcanología de la Escuela Centroamericana de
Geología de la UCR. Se crea así la llamada "red sismológica nacional" (RSN), ICE-UNA-UCR, con
estaciones distribuidas de modo tal que permiten una cobertura de la sismicidad
del país. Dicha red integraba personal y equipos en un esfuerzo conjunto y
minimizaba costos, pero lamentablemente, por mezquindades y oportunismo, ante
la aparición de un proyecto de la Universidad de California, Santa
Cruz (UCSC), financiado por la Agencia Interamericana de Desarrollo (AID), los
representantes de la UNA negociaron al margen del grupo tripartita y se
retiraron (julio 1983) para trabajar solos con el proyecto de la UCSC. Como
resultado de lo anterior, tenemos hoy día dos redes de estaciones sismográficas
en el país; la que mantienen en operación conjunta el ICE y la UCR (RSN), y
la de la UNA-UCSC, que empezó a funcionar a partir de abril de 1984. Por otra
parte, el Instituto de Investigaciones en Ingeniería de la UCR (INII) logra, al
amparo del proyecto de la UCSC, instalar una pequeña red
de acelerógrafos (SMA-l), en sitios estratégicos del país
y se espera que continúe trabajando y coordinando todo 10 relacionado con
acelerógrafos, de los cuales el ICE posee otra pequeña red.
Durante el año de 1983 se
presentó una crisis sísmica, donde el violento temblor del sábado santo del 2
de abril (Osa-Golfíto) y el terremoto de División Buenavista (Pérez Zeledón) el 3
de julio, fueron los eventos sísmicos más notables.
Gracias a la cooperación
de la Agencia Noruega para el Desarrollo (NORAD) en 1990 se inicia un proyecto
para instalar y activar la red sismológica centroamericana. En ella participan
instituciones como la red sismológica Noruega (NORSAR) y la Universidad de
Bergen (UiB). Se incluyen pasantías y becas para maestría y doctorado en
sismología para los centroamericanos, que permiten un mayor avance en los
estudios sismológicos en el área.
En 1990 se inició un ciclo
se fuerte sismicidad que se inició con el terremoto de Cóbano del 25 de marzo
(M= 7,0) y Puriscal (el 30 de junio y el 22 de diciembre) y culminó en 1991 con
una serie de sismos muy fuertes donde destaca el terremoto de Limón del 22 de
abril (M= 7,7). En los años de 1994, 1999 y 2004 la costa Pacífica Central fue
afectada por sismos de magnitudes importantes (M entre 5,6 y 6,9), mientras que
en la zona sur del país ocurrieron sismos en los años 2002 y 2003. La
cordillera volcánica central y de Guanacaste ha tenido seísmos de magnitudes
moderadas en los años 2002 (Bijagua), 2009 (Cinchona y 2011 (Armenias).
Durante el periodo
2000-2010, el gobierno alemán dirigió una serie de estudios de alta tecnología
que incluyó la instalación de redes sismológicas (en tierra y submarinas), sísmica
de refracción, mapas de elevación
digital del fondo oceánico y equipo de magneto telúrica entre otros, que
permitió tanto a estudiantes alemanes (de las universidad de Kiel, Libre de Berlín,
Potsdam y GEOMAR) como a costarricenses
(de la Universidad de Costa Rica y del ICE) realizar estudios para obtener un doctorado
en sismología.
En nuevo ciclo de
sismicidad se inició con el terremoto del 5 de setiembre de 2012, que tuvo una magnitud
de 7,6 y profundidad de 15 km. Aunque la ruptura inicial se localizó en el mar,
al menos dos rupturas más se localizaron bajo la Península en donde se estima
que se produjo un levantamiento de al menos 3 metros.
Durante esta corta etapa, se
ha avanzado más que en todas las anteriores juntas. El
desarrollo tecnológico, secciones y centros dedicados a la observación e investigación
sismológica en las universidades, el
interés de colegios profesionales (Geólogos y Federado de Ingenieros y
Arquitectos) y de instituciones como el ICE, y
empresas comprometidas en el diseño y construcción de obras civiles sismo resistentes, han
contribuido en este nuevo impulso a la sismología. Existe hoy día un buen
número de publicaciones sobre los fenómenos sísmicos que afectan a Costa Rica, tanto
en revistas nacionales como internacionales, reflejando
así el interés y el espíritu científico de que goza hoy la sismología en Costa Rica.
Etiquetas: HISTORIA DE LA SISMOLOGIA EN COSTA RICA, Luis Diego Morales.
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