sábado, 12 de enero de 2013

Sobre la expedición a la cima del volcán Arenal en 1937



DIARIO DE COSTA RICA, 13 de marzo de 1937
Sobre la expedición a la cima del volcán Arenal.

En el telegrama que puse desde La Vieja, San Carlos, en el cual anunciaba el feliz éxito de nuestra expedición al Arenal, anuncié una crónica detallada, que tendré el gusto de publicar gracias a la generosa acogida que nos ha dispensado DIARIO COSTA RICA. He detenido su envió con el objeto de que hubiera tiempo suficiente para que se pusiera en claro nuestra afirmación de haber sido los primeros en escalar la cima del Arenal y los primeros en descubrir aún siendo lagos en la materia la condición volcánica de esa montaña.

La noticia publicada en el DIARIO DE COSTA RICA del domingo 28 de febrero ha sido recibida de muy distintas maneras: en general con frialdad con que en este país donde todos los triunfos se reservan al extranjero, ven estos acontecimientos que debieran apreciarse en lo que son: un aporte que un grupo de desconocidos, llenos de osadía y de fe, con el entusiasmo por bandera y guiados por otros hombres que lo son de verdad puesto que han emprendido con éxito la conquista de la selva, han hecho a la ciencia; un camino, una “picada” que queda abierta desde la finca “La Palma” de don Alberto Quesada, para que los incrédulos, como Santo Tomás, pongan el dedo en la llaga (el pie en esa montaña) y se convenzan de que nuestra hazaña no ha sido empresa de titanes, puesto que la hicieron hombres.

Ahí están todos los vecinos de San Carlos que pueden atestiguar como es cierto que ningún hombre había llegado hasta esa cumbre; no porque les faltara valor ni coraje sino porque carecieron de lo que a nosotros nos sobró: suerte. Y como no queremos envanecernos con conquistas ajenas, si hay alguien que haya hecho el trayecto hasta la cima, que lo cuente y que describa el terreno que halló y la cúspide que descubrió. Así le daremos a ese hombre, la gloria que a nosotros no se nos podría otorgar, pero que ponga pruebas, que cite testigos, circunstancias y fechas de ascenso.

Y como no quiero que se siga dudando de mi afirmación de que escalamos ese volcán, deseo que los que lo duden, estén dispuestos a convencerse: si alguien puede tener completa evidencia para decir que mi afirmación ha sido “una de tantas mentiras del periódico”, como alguien ha dicho, yo lo invito para que deposite una cantidad, a fin de que, concertada en debida forma una apuesta, vayamos a la comprobación de que en la cima del volcán Arenal  hay una botella que contiene un documento con la firma de siete hombres y de que, en la montaña, está la rúbrica de esas firmas, bien marcadas en el camino o ¨picada” que abrieron Alberto y Gustavo Quesada. Es entendido que el que pierde la apuesta deberá sufragar todos los gastos de la expedición.

Si promuevo esta apuesta, es porque deseo silenciar a los que, se fijan más en la estatura física del que escribe, que en su entusiasmo por seguir paso a paso a los hombres de la montaña que, como Alberto Quesada y Elías Kooper, jefeaban la expedición; si he escrito lo anterior, no ha sido por un torpe deseo de vanagloriarme, sino porque considero que se nos debe hacer justicia y porque los escépticos, los apáticos, los hombres dudosos y sin fé, no tienen derecho para desconfiar de los que se llenan de entusiasmo por una idea que se ha venido acariciando hasta verla convertida en realidad y en éxito. No fijo cantidad para la apuesta por que no sería yo, directamente quién apostaría sino otra persona que nos ha creído y que ya ha ofrecido aportar mil colones contra doscientos. Y si por estar ya ocupado en las labores escolares no haría ahora la jira comprobatoria de nuestra hazaña, en cambio se que los restantes compañeros de viaje, estarían dispuestos a ir a convencer al incrédulo, antes de que nuestras huellas se hayan borrado de la selva. Tienen la palabra los que siendo hombres, quieran decirme, como tales, de frente, que miento o que digo la verdad.

J. Luis Castro Rodríguez, Naranjo, 5 de marzo de 1937.




Fotos de 1937. A- Los protagonistas de la expedición de 1937. B- Cruzando el Río San Carlos. C- Casa de Don Alberto Quesada y su familia. D- Pared del cráter donde se dejó la botella con las firmas de los expedicionarios.


Fotos de 1937. A- Vista desde la finca de Elías Kooper. B- Fumarola del lado norte. C- Cruzando un río. D- En la cima del Arenal.


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